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miércoles, 19 de enero de 2022

LA  FALLIDA ASONADA RADICAL DE 1933 EN OLAVARRÍA

Autor: Cr. Adolfo Hipólito Santa María



El Golpe del 6 de Septiembre de 1930.

    El 5 de septiembre de 1930, Yrigoyen, enfermo, delega el mando en el vicepresidente Martínez. Al día siguiente, Uriburu se pone en marcha hacia Buenos Aires y al frente de fuerzas militares irrumpe en la Casa de Gobierno y exige la renuncia del vicepresidente Martínez a cargo del Poder Ejecutivo. Martínez, que en un principio se niega a renunciar,  finalmente renuncia.

    Mientras tanto, un convaleciente Yrigoyen era llevado en auto por su amigo Horacio Oyhanarte a la ciudad de La Plata para su seguridad y en búsqueda de fuerzas militares que lo ayudaran a resistir el golpe. Horas después, un grupo de exaltados saquean un diario afín al radicalismo, y lo mismo hacen con la modesta casa de Yrigoyen. Antes de salir, Yrigoyen había ordenado a su ministro González que lo esperara en el arsenal. 

    Yrigoyen arriba a La Plata y se dirige a la casa de gobierno, donde es recibido por el gobernador Nereo Crovetto. Allí le pide que se comunique con el jefe del Regimiento 7º de Infantería. 

    Cuando el Gobernador se pone al habla con el jefe del regimiento, éste le notifica que acaba de comunicarse con el Gobierno revolucionario y que tiene órdenes de obtener su renuncia, y le indica, que Yrigoyen debe concurrir al cuartel con la renuncia escrita, pero sin firmar. Mientras esto ocurría, el arsenal, donde estaba el ministro González, ya había caído en manos de los revolucionarios. Las posibilidades de resistir al golpe de estado se habían acabado. 

    Poco después, llega a la casa de gobierno el segundo jefe del regimiento a ratificar la orden de su superior. Yrigoyen no se resiste. Todo es tristeza en aquellos hombres que le acompañaban al ver cómo tendrá que entregarse preso. Alguien le alcanza una renuncia que desecha, dictando personalmente otra que firma. 

    Un Yrigoyen extenuado es llevado al cuartel, allí es recibido por el jefe del regimiento y se le comunica que está detenido. Delante de la oficialidad, Yrigoyen expresa: “vengo a presentar mi renuncia ante el ejército”. Se hace leer el documento y lo entrega. El texto, escrito a máquina en una hoja con el membrete de la gobernación, dice: “Ante los sucesos ocurridos, presento en absoluto la renuncia del cargo de presidente de la Nación Argentina”, con el agregado a mano de la frase “Dios guarde a Ud.”(1). Como vemos, Yrigoyen no renuncia ante el gobierno de facto, ni por su voluntad, sino obligado por los sucesos.

    Señor presidente - le dice el jefe del regimiento-, bajo mi palabra de honor y la del regimiento a mis órdenes su vida se halla garantizada, ocurra lo que ocurra .

    Yrigoyen agradece y pide descansar. Al día siguiente se le comunica a Yrigoyen que está en libertad. Yrigoyen responde. – Si me permiten, me quedo aquí. Estoy enfermo y no tengo donde ir (2).

  El 8 de septiembre, sus partidarios provocan graves sucesos en un intento de hacer una contrarrevolución, pero es sofocada rápidamente. Como consecuencia de manifestaciones de grupos de radicales en apoyo a Yrigoyen, en la ciudad de La Plata, a Yrigoyen se lo embarca en el acorazado Belgrano, y es llevado al crucero Buenos Aires para finalmente ser recluido en la isla Martín García bajo la acusación de supuestos delitos. Allí estaría recluido casi un año y medio.

      Ese 8 de septiembre había jurado en la casa de gobierno Uriburu como presidente.

    El 10 de septiembre de 1930, la Corte Suprema de Justicia de la Nación dicta la Acordada sobre Reconocimiento del Gobierno Provisional de la Nación, legitimando de ese modo, el ejercicio del poder del gobernante de facto. Un fallo que sentó las bases para las futuras interrupciones del orden constitucional.

    Desde mediados de la presidencia de Alvear se percibía en el país una actitud crítica de ciertos sectores hacia las instituciones vigentes, en el sentido de que se las consideraba que no podían cumplir con los objetivos nacionales. Estas ideas, fuertemente influidas por el fascismo triunfante en Italia y en ascenso en Alemania, se las identificaba con el llamado “nacionalismo”. Se atacaba al gobierno abiertamente a través de la prensa escrita, por el periódico La Nueva República, la Revista Criterio, el diario La Fronda, y principalmente por el diario Crítica, órgano, este último, que se arrogaría la paternidad del movimiento revolucionario.

    La crisis financiera de 1929, iniciada en los Estados Unidos, dando comienzo a la Gran Depresión, había tenido sus efectos negativos en toda la economía mundial, por la adopción de medidas proteccionistas que aplicaron los países.

   Yrigoyen, desde el comienzo de su presidencia, se había propuesto la nacionalización total de los yacimientos de petróleo, así como su explotación de parte del estado. El 1 de agosto de 1929, mediante un decreto rebajó a 12 centavos el litro de nafta que variaba en el país entre 34 y 40 centavos. Se habían iniciado negociaciones con Rusia para la provisión de petróleo a cambios de productos agropecuarios, por 250.000 toneladas anuales a un precio de 6 centavos el litro, convenio que se firmaría a fines de septiembre. 

    La ley de petróleo promovida por el radicalismo en diputados, y resistida por los conservadores, tenía ya media sanción de la cámara, donde el radicalismo tenía mayoría. Su aprobación definitiva dependía de la conquista de la mayoría en el Senado por el radicalismo, algo que seguramente ocurriría con el aporte de cuatro senadores que designarían las legislaturas de San Juan y Mendoza. Las elecciones en ambas provincias se habían convocado para el 7 de septiembre.

    A finales de diciembre de 1929, Yrigoyen cierra la Caja de Conversión, siendo ésta medida junto con el proyecto de nacionalización del petróleo, dos de los principales motivos que se mencionan como causas del golpe de estado llevado cabo el 6 de setiembre.

  El radicalismo perseguido recurría a la conspiración. En diciembre de 1930 se reprimió un levantamiento de suboficiales en Córdoba, y en los primeros meses de 1931, se descubrió que se estaba gestando un levantamiento liderado por el general Severo Toranzo, para restablecer el régimen constitucional en el país. Se detienen a muchos civiles y militares, que son alojados en la Penitenciaría, ya colmada de radicales.

    El nuevo gobierno había concebido un plan de elecciones en algunos distritos, confiado que se darían resultados favorables al gobierno, porque suponía que el radicalismo, con sus dirigentes presos y prófugos, estaba debilitado y desorganizado.

    Se fija la fecha del 5 de abril de 1931, para elegir gobernador en la provincia de Buenos Aires. El radicalismo decide participar con la fórmula Honorio Pueyrredón como gobernador y Mario Guido como vice, este último había reemplazado a Carlos Noel, que había renunciado a la nominación. La fórmula radical resulta triunfante en los comicios, el resultado: U.C.R, 218.078 votos; Partido Conservador, 197.742 votos; Partido Socialista, 49.577 votos. El gobierno provisional, preso del pánico provocado por el resultado electoral, decide finalmente anular los resultados de las elecciones de Buenos Aires y suspendió las que debían realizarse en Corrientes y Santa Fe.

    En Olavarría, el triunfo electoral también le correspondió al radicalismo, sobre un padrón de 7.471 inscriptos, votaron 5.606 ciudadanos. El escrutinio fue el siguiente. Para gobernador y vice: U.C.R, 2.855; Conservadores, 2.222; Socialistas,445; en blanco, 61.

    El resultado electoral golpeó fuerte al gobierno. El gabinete presentó su renuncia y fueron reemplazados ministros.

    En el manifiesto de los golpistas del 6 de setiembre de 1930, se explicaba y justificaba a la “revolución” como un acto patriótico de las Fuerzas Armadas en respuesta al clamor del pueblo que había visto agotarse las esperanzas de una reacción salvadora que sacaría al país del desquicio de los últimos años. El Gobierno de facto, que en su inicio propiciaba la reforma de la Constitución, la derogación de la ley Sáenz Peña y la creación de un partido oficialista con todos los sectores que apoyaron la revolución, se había transformado en su esencia en un gobierno reaccionario, entreguista y dictatorial. Y entre las acusaciones que se le hacían al gobierno era de haber infligido tremendos tormentos a los presos políticos.

    El diario Crítica, que había sido importante en la campaña contra el gobierno de Yrigoyen, se transformó pronto en su enemigo, y fue clausurado en abril de 1931, siendo su director Natalio Botana encarcelado.

    El 31 de mayo de 1931, regresa desde Europa Alvear. El 20 de julio estalló en Corrientes un nuevo levantamiento armado encabezado por el teniente coronel Gregorio Pomar, que ante la negativa de otras guarniciones de plegarse, fracasa y los jefes revolucionarios debieron refugiarse en el Paraguay. Esto provocó una nueva persecución al radicalismo, cuyos dirigentes fueron encarcelados o debieron emigrar.

    En agosto de 1931, el Gobierno realiza una convocatoria a elecciones nacionales para elegir presidente y vice. La convención nacional del radicalismo proclamó la fórmula Marcelo T. de Alvear y Adolfo Güemes. Una fórmula que, según los analistas políticos, tenía las mayores posibilidades de alcanzar el triunfo. Pero el Gobierno, el 6 de octubre vetó la fórmula radical, manifestando que ambos candidatos se hallaban inhabilitados. Aduciendo que el primero de la fórmula no había cumplido el intervalo de un período que exigía la constitución, y el segundo por hallarse incluido en el decreto del 24 de julio, que establecía sanciones a aquellos que se hubieran solidarizado con el régimen depuesto. El radicalismo, como era de esperarse, decretó la vuelta a la abstención electoral en toda la República. Realizadas las elecciones generales el 8 de noviembre de 1931, fue elegida la fórmula Justo-Roca. Asumiendo Justo como presidente el 20 de febrero de 1932.

    En Olavarría, donde participaron algunos radicales antipersonalistas, sobre un total de 7.706 inscriptos en el padrón electoral, solamente sufragaron 4.696.

    El resultado del escrutinio fue el siguiente: Partido Demócrata Nacional, 2.453; Alianza Socialista 1.737; radicales antipersonalistas, 99; en blanco, 214; impugnados, 193. La oposición denunció que la policía de Sierras Bayas e Hinojo no permitía que se acerquen a los centros de votación los ciudadanos cuya filiación era conocida, lo mismo le había ocurrido a los fiscales, y también se denunciaba que un fiscal socialista había sido herido.

    El 3 de enero de 1932, los hermanos Kennedy, Mario, Roberto y Eduardo, estancieros de filiación radical, lideraron en la localidad entrerriana de La Paz un alzamiento revolucionario, con el objetivo principal de tomar la comisaria, el telégrafo y comunicaciones y el Banco Nación. La noche anterior, reunidos en un asado organizado por los tres hermanos, habían logrado comprometer en la toma de la ciudad alrededor de sesenta hombres, pero al día siguiente acudieron a la cita tan solo un puñado de ellos, entre los que se encontraba un joven de 23 años llamado Héctor Roberto Chavero, quien años más tarde sería conocido mundialmente como Atahualpa Yupanqui. 

    Los tres hermanos, con apenas unos pocos hombres, lograron tomar la comisaría con el saldo de varios muertos y heridos. En horas del mediodía se anoticiaron que la revolución no había prosperado en otras ciudades como ellos creían estaba establecido, y por tal motivo, decidieron no continuar con el plan y refugiarse en una de sus propiedades.

    Rápidamente el gobierno nacional, en represalia, organizó un inédito operativo de búsqueda de los Kennedy, involucrando en él a la policía de Entre Ríos y también al Ejército, a la Armada y a la Fuerza Aérea. El 6 de enero, los revolucionarios fueron localizados y, tras un enfrentamiento armado que incluyó el primer bombardeo aéreo de la Fuerza Aérea Argentina, lograron escapar a salvo hacia el Uruguay. Regresarían al país recién en 1938.

    Este intento revolucionario protagonizado por los hermanos Kennedy, que tenía como fin restaurar el gobierno constitucional de Hipólito Yrigoyen, se supone que formaba parte de otro de mayor magnitud, que se descubre en el mes de diciembre de 1932, y por algún error en la comunicación con Buenos Aires o por alguna delación se adelantó su ejecución.

    En los primeros días de diciembre de 1932, estalló una bomba en una casa de Villa Devoto. Iniciada la investigación por la policía se descubre que el hecho tenía relación con una conspiración muy importante que estaba en marcha. Al ocupante de la finca, de nombre Raúl Luzuariaga, le había estallado una bomba en sus manos, y a pesar de las graves heridas recibidas pudo refugiarse en el Uruguay. En la investigación llevada a cabo por la policía se descubrió un depósito de bombas y armas, y se reveló que algunos radicales, civiles y militares, preparaban una revolución. Su jefe era el teniente coronel Atilio Cattáneo, apoyado por los coroneles Francisco y Roberto Bosch, el mayor Regino Lascano y muchos de los exiliados que habían regresado al país. El 16 de diciembre, el Gobierno solicita al Congreso que establezca el estado de sitio. Ese día se detiene a Yrigoyen, Pueyrredón, Alvear, Güemes, Tamborini y el general Dellepiane. La policía ocupa el Comité Nacional y el de la provincia. Se clausura el diario radical Tribuna Libre y otros en el interior del país. En pocos días son detenidos 184 acusados de ser partícipes de la conspiración. Sin embargo, la intentona revolucionaria seguiría en otras ciudades de acuerdo a lo planificado. Y una de esas ciudades era Olavarría.

    En 1893, los radicales de Olavarría habían participado de la revolución que se inició en 80 de los 82 partidos de la provincia de Buenos Aires, dirigida por el presidente del comité, Hipólito Yrigoyen. En esa oportunidad se tomó la municipalidad, se desalojaron las autoridades, y el recordado médico Ángel Pintos, jefe de movimiento, fue nombrado comisionado. Hubo heridos y un muerto. 
La quinta del concejal Bernardo Prebendé había sido el centro de operaciones de los revolucionarios. 

    Algunos de los que participaron de aquel 1893, fueron: Ángel Pintos, Abel Alegre, Pablo Casazza, Federico Champa­lanne, Francisco Araujo, Antonio Guzmán, Edisto Vilafañe, Pedro Echeño, Pedro Laffitte, Diego Goroso, Prudencia Lurbet, Arsenio Cavilla, Fermín Zeballos, Danilo Laborde, Ángel de Vega, Ramón Rendón, Bernardo Pre­bendé, Teófilo Garrós y el sargento Cabaña.

La Asonada Radical de 1933 en Olavarría

    El 11 de diciembre de 1932, se realizó la primera reunión secreta en el comité radical, situado en la calle Lamadrid y General Paz. En esta reunión participaron la mayoría de los miembros de la comisión directiva del comité, y se trató el movimiento que debía estallar en diferentes ciudades y la actitud que debía tomar el radicalismo de Olavarría.

    Cada participante aportaría armas y municiones, y así se logró reunir una gran cantidad de diferentes marcas y calibres. Realizado el análisis del material conseguido para llevar a cabo la ejecución de la operación se determinó, que las armas y la cantidad de balas y cartuchos resultarían insuficientes, y por tal motivo se decidió comprar más armas y municiones en el comercio del armero Particelli. La factura de la compra ascendió a la suma de seiscientos pesos, y la operación fue realizada a crédito firmando tres documentos Brusa, Delisague y Galgano.

    Las armas compradas fueron llevadas por Particelli a la chacra de Juan Hoffman, donde quedaron depositadas, y después se trasladaron a la chacra de Amondarain. Entre las armas había un fusil y pistola de la marca máuser que funcionan con un tipo de balas difíciles de conseguir. La solución vino de la mano de Eleuterio Reyes, instructor del Tiro Federal, quien entregó 380 balas de máuser.

    Las reuniones secretas continuaron los siguientes días en el comité, y otras reuniones se llevaron a cabo en la Sociedad Española de Socorros Mutuos, donde Manuel Amondarain, además de ser uno de los radicales complotados, era el presidente de la comisión directiva de la asociación y había puesto a disposición su chacra, que estaba ubicada pasando la Escuela de Agricultura a unas pocas cuadras a la derecha.

    El jefe de los revolucionarios era el caudillo radical Amparo Castro, quien había ejercido en diferentes periodos el cargo de intendente municipal.

    En la chacra de Amondarain se había instalado un aparato de radio para estar conectados con los radicales del Comité Provincia y de Capital Federal. Aparato de radio que estaba a cargo del doctor Smirnoff, y había sido solicitado en calidad de préstamo en Casa Ventre, un comercio de Olavarría.

    Planificado el asalto a la comisaria, se había coincidido que la toma no presentaría demasiada dificultad, siempre y cuando la comisaría no recibiera la ayuda de los guardias del penal de Sierra Chica. Por tal motivo, Francisco Brusa, que tenía amistad con el teniente a cargo del destacamento, se encargaría de convencerlo para que no se involucrara en caso que lo solicitaran.

    La policía, y los integrantes de la Legión Cívica que colaboraban con la investigación, tenían conocimiento de que algunos radicales se reunían todas las noches en la confitería de la Estación hasta altas horas de la madrugada.

    La Legión Cívica Argentina había nacido en 1930, luego de la Revolución del 6 de septiembre, a semejanza de las milicias de combate voluntarias de Benito Mussolini, y había sido oficializada por el Presidente de facto Félix Uriburu. La mencionada organización contaba en Olavarría con numerosos adherentes.

    Los implicados en la asonada eran más de cincuenta, y en este tipo de operaciones siempre existe el riesgo de una infidencia o algún error de parte de alguno de los partícipes. La información de que algo iba a suceder el 8 de enero, ya la tenían por los miembros de la Legión Cívica, solo les quedaba ubicar el lugar y el horario de partida de los insurgentes.

    Desde las 21 horas del domingo, se sabía que algo iba a pasar. No faltó el informe confidencial. Un caracterizado miembro del partido conservador, puso en práctica una treta que dio resultado para descubrir el lugar de reunión. Llamó a la casa de uno de los presuntos revolucionarios por teléfono, conocido por su temperamento exaltado y le dijo una sola palabra, “Ya”. Tomándolo como aviso o señal, aquel salió de inmediato en su automóvil hacia las afueras de la ciudad. Mientras discretamente otro lo seguía. La treta empleada daba el resultado esperado. El coche salió por el camino a San Jacinto y pasado el edificio de la Escuela de Agricultura, se internó hacia la derecha, yendo a parar a la chacra de Amondarain, donde había ya numerosos autos. Teniendo ese dato, el ocasional detective regresó a la comisaría e informó, dice la versión de este hecho que se publicó en el diario EL Popular.

    El diario La Democracia, que funcionaba como un órgano del conservador Partido Demócrata Nacional, publica en una de sus páginas una versión similar, pero mencionando el nombre del involucrado, que dice: “En conocimiento ya de lo que se fraguaba se intentó una celada que dio un óptimo resultado. Se llamó a cierto aparto telefónico y se preguntó ¿está Chiurazzi? -No, pero está en la estación y podemos llamarlo-. -Bueno llámenlo urgentemente-. Al rato llegó Chiurazzi y tomando el receptor preguntó ¿con quién hablo? –Che, Víctor, hablas con Juan vení enseguida que está todo listo-. Chiurazzi salió como una luz, tomó el automóvil, cargó nafta e hizo varias piruetas para despistar, pero a breve distancia elementos de la Legión Cívica, que han tenido una destacada actuación en el descubrimiento del complot, lo siguieron disimuladamente hasta comprobar donde iba y que en efecto, era a la chacra de Amondarain, donde se hallaban concentrados los revolucionarios”.

    Informada la policía local del lugar donde se preparaba la asonada, legionarios y guardias de la cárcel de Sierra Chica se movilizaron hacia el trayecto que suponían harían los revolucionarios para entrar a la ciudad. Algunos de ellos se establecieron con sus armas en las azoteas de las casas.

    Estaban aquellos que se inclinaban por una acción violenta, y otros que se oponían abiertamente aconsejando una fuerte oposición a las autoridades, pero por las vías legales. Finalmente primó la voluntad de la mayoría, y la decisión fue la de organizar la toma de la comisaría y la municipalidad.


La Chacra de Amondarain - Foto diario La Democracia

    Se decidió también, que solamente el comisario Naòn, acompañado por el sargento Celso y los agentes Díaz y Florentino, se trasladarían al lugar en un solo auto para no despertar sospechas. Alrededor de la medianoche se presentaron en el lugar, y parapetado detrás del automóvil a viva voz el comisario Naòn solicitó la presencia de Amondarain. La conmoción en el interior de la vivienda fue inmediata, algunos tomaron las armas y se acomodaron detrás de las ventanas, mientras otros decidían que hacer. Finalmente Amondarain saldría en la oscuridad al encuentro del comisario, siendo en ese momento reducido por los agentes y tomado como escudo por Naòn para solicitar que los ocupantes se entreguen.

Naòn y Amondarain - En la  reconstrucción de los hechos. Foto Diario El Popular 

    La situación se volvió muy tensa y comenzaron las negociaciones con la policía. Después de un largo rato, los revolucionarios comprendieron que la situación era insostenible y que la operación que habían planificado ya no se podía llevar a cabo, decidiendo que mejor era entregarse antes que se produjera algún hecho de sangre. Antes de entregarse, algunos se arriesgaron y aprovecharon la oscuridad para escapar a pie del lugar, entre ellos Castro y Arena.

    Los detenidos en sus propios autos iniciaron una caravana hacia la comisaría, custodiados por el vehículo de la policía y los agentes. Cuando los autos llegaban a la ciudad casi se produce un lamentable enfrentamiento, porque los guardiacárceles y legionarios diseminados en el trayecto dieron la voz de alto, y cuando se disponían a hacer una descarga cerrada, el policía que venía en el primer auto los advirtió a tiempo de la situación.

    En otras ciudades de la Provincia, como General Belgrano y Avellaneda,  también hubo movimientos con intentonas de alteración del orden público, y el Ministerio del Interior dio a conocer un comunicado oficial relacionado con cada uno de los casos ocurridos.

    En Olavarría se detuvieron a cincuenta y dos personas, y se buscaban a otras más.

  El informe policial del comisario Naòn, a cargo de la investigación, dice así: 
   Confirmando mi comunicación telefónica de la madrugada de hoy, informo que a raíz de datos confidenciales que me fueron suministrados en la chacra de Manuel Amondarain ubicada en el cuartel 7 de este partido, procedí a la detención de éste con personal a mis órdenes y la cooperación del destacamento de Sierra Chica, de los sujetos Domingo Mastropablo, Domingo Lobato, Alfredo Berardi, Francisco Brusa, Manuel Smirnoff, Ramón Pedro Orsatti, Miguel Juan Bautista Conforti, Juan Tomás Carrera, Víctor Juan Chiurazzi, Carlos Monteagudo Tejedor, Pedro J. Giangreco, Raimundo Spil, Atilio Calna, Domingo Tripodi, José Colotta, Tomás Gray, Domingo Di Núbila, Pedro Miquelei, Manuel R. Duarte, Ernesto Baldana, Juan J. Hoffmann, Luis Fermín Dirazar y Juan Delissague, quienes gestaban un acto subversivo para deponer autoridades constituidas locales, inclusive tomar por asalto a la comisaria.

    Asimismo, en el lugar donde se tramaban los hechos, en poder de éstos secuestré las siguientes armas y municiones: 14 revólveres de distintas marcas y calibres. Una pistola Máuser y 1 ídem Stein; once Winchester calibre 44, una carabina Remington, dos fusiles ídem, una escopeta calibre 16 Laforgue(sic), otra ídem Máuser, fuego central, otra ídem calibre 20, dos rifles del 12 y un espadín. Las armas mencionadas en tales circunstancias se encontraban debidamente cargadas. Noventa y seis cartuchos cargados varios y dos mil seiscientos cincuenta y seis cartuchos cargados varios y otros dos mil seiscientos cincuenta tiros. Las personas mencionadas militan activamente en la política radical personalista. Luego se procedió a la detención del sujeto Víctor Arena, que en el acto de los arrestos se diera a la fuga, aprovechando la oscuridad reinante. (3)


Las armas secuestradas. Foto Diario El Popular 

    En el segundo comunicado policial, se daría a conocer la lista completa de los detenidos, figurando además de los antes nombrados: doctores Manuel I. Otero, Manuel Rosales, Gustavo Tabossi, Alfonso Hourcade, González Bori, y los señores Francisco Jáuregui Torres, Andrés Oliver, Bernardo Laborde, Américo Herbón, José Andreis, Juan T. Siones, Ismael Santafé, Eleuterio Reyes, Ángel Barbato, Alberto Ippólito, Pedro Giunta, Olegario Oliva, Andrés Julio Bacine, Oscar Lara, Adrián Serris, Antonio Petrella, Santiago Finnegan, Adolfo Presa, Doroteo Chaves, Leopoldo Sierra, José Cuestas y Alberto De Pierris. (4)

    De fuentes policiales se supo que la asonada se iniciaba a las tres de la mañana.

   Algunos de los detenidos fueron conducidos a Sierra Chica y quedaron a disposición del Poder Ejecutivo. Mientras se solicitaba la captura de Amparo Castro, Gervasio Hachequetelepo, Pedro Barcelona, Luis Sanchis, Luis Escudùn, José Iturralde, Desiderio Parodi y José Baudonet.

    Con el correr de los días el total de detenidos ascendió a más de sesenta. El Comité Radical rápidamente fue clausurado.

    El juez designado en la causa fue el doctor Eduardo Illescas, quien junto con el secretario doctor Baldino se presentaron en Olavarría para realizar la reconstrucción de los hechos ocurridos. El abogado defensor de los detenidos fue el doctor Amílcar B. Casado.

    El teniente a cargo de los guardias de Sierra Chica, que poco pudo hacer para que su fuerza no se involucrara en la represión, fue destituido; y el instructor del Tiro Federal, Eleuterio Reyes, que había entregado las balas de máuser, fue despedido.

    Hubo actos públicos y solicitados de solidaridad en la prensa local en defensa de los presos políticos. Pronto recuperaron la libertad, A. Presa, L. Sanchis, L. Alonso, J. Canesa, V. Arena y F. Saloiña, pero debió pasar más de 44 días para que todos los detenidos quedaran libres. Así se puso fin a un hecho que conmovió a toda la ciudad.


Amparo Castro

    El  jefe de la asonada radical, Amparo Castro, había nacido en Olavarría el 22 de marzo de 1883, hijo de Crescencio Castro y Josefa Isasa. El 31 de octubre de 1908, se casó con Carmen Silva y Martínez.

    Desde muy joven se interesó por la política. Destacado dirigente político del Partido Radical, durante muchos años ocupó diversos cargos públicos.

   Intendente municipal por los períodos 07/05/1918-02/01/1920; 02/01/1923-01/01/1928; y 07/01/1929-20/05/1930. Fue también Presidente del Concejo Deliberante en el período 1924-1925 y ocupó una banca como diputado provincial; uno de los proyectos de ley presentados en la cámara fue el de construir cuatro puentes en el partido de Olavarría: uno sobre el arroyo Tapalqué, para el paso de las hacien­das en el paraje denominado "Paso de las Indias", otro sobre el arroyo El Perdido, próximo a Santa Luisa, el tercero en el camino de Olavarría a Recalde, campo de Labafin Hermanos, y por último otro en las pro­ximidades de Sierra Chica, en el paso de López.

    En la esfera privada fue presidente del Tiro Federal.

   Durante su gestión al frente del municipio, se ocupó del mejoramiento de los camiones viales del partido, la creación de diversas reparticiones en la esfera municipal, entre ellas las delegaciones de Espigas y Recalde. Se construyó la escuela Nº17, la nueva comisaría de la calle Belgrano y se remodeló el Parque Mitre. Se construyeron tres pabellones en el hospital municipal y el pórtico del cementerio municipal. Se creó el vivero municipal, y se adoquinaron más de 100 cuadras en la ciudad. Intervino activamente para que llegara a la ciudad el ramal del Ferrocarril Provincial. Si bien es cierto que Amparo Castro no fue el primer intendente de Olavarría, es una tradición oral en Olavarría referirse al sillón Municipal por su nombre.

    Falleció el 14 de marzo de 1939, a la edad de 56 años. Una calle de la ciudad lleva su nombre.

    Manuel Amondarain, otro de los radicales participantes en la asonada, tuvo un  gesto muy elogioso,  antes de fallecer el 10 de agosto de 1940, legó mediante testamento, una gran parte de su bienes a cuatro entidades olavarrienses de bien público. Al club Estudiantes las chacras Nº633, 697, y 798;  el resto de sus bienes los distribuyó entre la Asociación Vicentina, Asilo San José y Dispensario Antituberculoso.