FRAY ROMEO MUSARAGNO |
Comprometido siempre con los desposeídos del lugar donde le
tocó ejercer su apostolado, llevó una vida sacrificada y servicial. De espíritu
noble y humilde, carismático y un tanto excéntrico, se ganó el corazón de todos
los olavarrienses.
Había nacido el primero de marzo de 1922, en Maerne, Italia,
una pequeña localidad cercana a Mestre, Venecia. En el seno de una familia
acomodada, hijo de Mario Musaragno y Àngela Joana Bertoldo, sus hermanos fueron
Cirilo, María, Leonilde, Benvenutto, Orfeo, Walter y Giovanni, estos dos
últimos, hijos adoptivos del matrimonio Musaragno.
"La familia
Musaragno era la familia más patriarcal de Maerne. Éramos 60 en familia,
distribuidos entre los abuelos con 10 hijos casados, a los que ya eran padres
de 5 o 6 hijos cada uno, y nosotros los nietos ... Y todo marchaba
perfectamente, porque el abuelo y la abuela organizaban todo y daban órdenes.
El abuelo tenía un bastón, con cuyos toques se ponía en movimiento la familia.
Al primer golpe que daba, como un campanazo, se presentaban los hijos para
saber qué quería. Él daba las órdenes y distribuía las tareas. Igualmente se
hacía con las nueras. Daba dos golpes, las reunía y distribuía las tareas, quién
a la cocina y quién al campo, quién al lavado y quién al telar, quién al
gallinero y quién al criadero de chanchos.” Así lo contaba Fray Romeo a Fray
Contardo Miglioranza. 1
La casa era larga: 115 metros, en dos plantas. En la baja:
establos, cantina, maquinarias y herramientas; en la planta alta, por un lado,
los graneros y, por otro, los dormitorios. La familia Musaragno vivió en la
misma casa 145 años, o sea, cinco generaciones.
Su tía, que ofició de partera, le contó a Romeo el trance de
su nacimiento: “Al nacer, estabas tan grave —yo asistí al parto y te tenía en
mis manos—, que se esperaba que expirases. A los ocho días se celebró el
bautismo. Existía la costumbre de que, para esas circunstancias, se preparaban
granos de maíz tostados y salteados en una sartén agujereada o bajo una sutil
capa de ceniza caliente. Había una creencia popular de la zona, indicando que,
si por alguna razón, los maíces blancos no reventaban, el recién nacido era
sacerdote o monja, según el sexo del niño. El fenómeno del maíz sin explotar se
hizo presente aquella tarde ante la algarabía de la tía Luisa que, incrédula al
presagio del médico, festejó al nuevo miembro de los Musaragno proclamándolo
Fray Romeo … Nadie de la familia creyó en la profecía, por la salud quebrantada
del recién nacido.”2
Cuando niño le gustaba poco la escuela. Partía de su casa,
como todos, pero a mitad de camino había un pequeño lago o un remanso de
arroyo, que lo seducía a quedarse en el lugar para jugar a las bolitas, lanzar
piedras chatas sobre la superficie o deslizarse sobre el hielo invernal con
patines rústicos, cuenta su hermana Nineta.
“Fui algunos años a la escuela, pero saqué poco provecho. No
quería ir por capricho o por jugar. Cuando los demás compañeros salían de la
escuela, les preguntábamos acerca de los temas y deberes, que comunicábamos a
mamá; y así salvábamos la situación”. Así Romeo confirma el relato de su
hermana.3
Por su temperamento, Romeo nunca fue muy hablador y dicharachero;
más bien, era comedido y reservado. “Prefería estar solo”, cuenta Nineta.
Sin embargo, le gustaba compartir las alegrías a través de travesuras
y bromas. Algunas de ellas eran bravas, tanto que podían provocar muchos
fastidios, aunque, gracias a su espontaneidad y generalmente a que se las realizaba
a sus parientes, terminaban en sonrisas y abrazos.
Cuando niño, una de sus travesuras más comunes era esconder
los zuecos y sombreros de algunos familiares. Otras veces se divertía atando los
delantales de las mujeres a una silla, mientras estaban tejiendo: al
levantarse, arrastraban la silla y provocaban la risa de todos.
A los 12 años Romeo comenzó
el camino vocacional, orientado hacia San Antonio. El 25 de agosto de 1935,
entró al seminario de Camposampiero, lugar privilegiado, porque había acogido por
un tiempo a San Antonio. Después pasó a Venecia, donde los clérigos estudiaban
teología. Inició el noviciado en la sede donde se encuentra la basílica de San
Antonio. A su término, el 9 de febrero de 1939, Fray Romeo, de rodillas ante la
tumba de San Antonio, hizo su primera consagración al Señor.
El primero de setiembre de 1939, cuando estalló la Segunda
Guerra Mundial, Fray Romeo residía en un convento de Trieste, donde tenía a su
cargo un grupo de muchachos a los que les daba de comer. Durante esos años
repletos de atrocidades y muertes, Romeo sufrió las consecuencias de la guerra
y sobrevivió a episodios que pusieron en riesgo su vida.
Uno de ellos ocurrió durante un viaje de Trieste a Fossalta
de Piave, donde vivía una de sus tías. Eran las cinco de la mañana. En un coche
de pasajeros del tren, a oscuras por razones de seguridad, viajaban seis
personas. De pronto, un avión descargó su metralla sobre la formación
ferroviaria y todo se transformó en gritos de dolor. Pasado el peligro, levantó
la cabeza y pudo comprobar que solo había dos sobrevivientes: él y una chica. Sin
embargo, ella apenas vivió unos minutos hasta morir en sus brazos.
En otra oportunidad, Romeo y otros hombres viajaban acostados
sobre barriles de cerveza, apilados en un camión, cuando de repente aparecieron
los aviones de caza Pippo. Al creerlos partisanos, ametrallaron el
camión con el lamentable saldo de heridos y muertos. Al terminar el ataque,
Romeo se encontró dentro de una zanja, pero sin un solo rasguño.
Todo sucedió tan rápido que no tuvo tiempo de ofrecer una
oración. Pero la noche anterior, como de costumbre, había rezado el rosario
pidiendo la protección de la Virgen. Concluye Romeo: "Sabíamos que todos
estábamos continuamente expuestos a la muerte”.
De esos años de la guerra, hay un terrible episodio que
involucró a la familia de Romeo, y que relata Nineta, su hermana. Orfeo, el
menor de la familia, en su idealismo se había unido a las filas de los
partisanos en contra de los alemanes. Una de las tareas de los partisanos era
hostigar a las columnas germanas que, en retirada, regresaban a su patria. En
una escaramuza, Orfeo y siete de sus compañeros fueron apresados. Sometidos a
una corte marcial fueron condenados a ser fusilados al día siguiente.
Romeo, que se encontraba de visita en su casa, tomó una
audaz decisión: presentarse en la sede del Comando Superior para tratar de
salvar la vida de su hermano. A la madrugada, con su hábito de San Francisco se
dirigió a pie a Mirano. Fue recibido, expuso sus razones y logró convencer a
los nazis de que su hermano no fuera fusilado. Sin embargo, lamentablemente no
pudo salvar a los siete compañeros partisanos. Actualmente, la plaza de Mirano
está dedicada a honrar la vida de los que fueron ejecutados.
Las primeras dolencias de Fray Romeo
En 1946, Fray Romeo se hallaba en un convento de San Pietro
di Barbozza, cerca del monte Grappa. Años después, estando ya en el convento de
Monte Rico, cerca de Monsélice, comenzaron sus primeras dolencias. Trasladado de
urgencia al vecino hospital de Noale, con pronóstico muy reservado, el doctor
Borsato lo operó con éxito. En el término de tres años, como consecuencia de
problemas gastrointestinales y dos tumores en la vejiga que le fueron
extirpados, padeció la inusual cantidad de doce intervenciones quirúrgicas.
Hacía apenas un mes que había salido del hospital y todavía
en convalecencia, una tarde, estando con un grupo de frailes en el claustro de
noviciados al lado de la basílica de San Antonio, se les acercó el Superior
Provincial, Padre Ángel Beghetto, quien sorpresivamente les preguntó: “¿Quién
quiere ir a América?” Todos levantaron la mano más para complacerlo que para
comprometerse.
Los demás frailes se preocuparon y le dijeron a Romeo: “con
todos los males que tuviste de salud, ¿por qué levantaste la mano para ir a
América? Él respondió: “La levanté tanto por levantarla”. Mucho tiempo después
confesaría: “Realmente, hasta ahora, no me puedo explicar qué me impulsó a
levantar la mano”. También su familia, conociendo las debilidades de su salud,
expresó sus temores y dudas.
Un mes después, a Fray Romeo y Fray Evancio, otro candidato
para las misiones americanas, les llegó la orden de ir a Roma para tramitar el
pasaporte y demás documentos.
En 1954, en el barco Ana Costa partió Fray Romeo rumbo a
América. Después de dos meses de travesía llegaba a su primer destino, Uruguay.
“Era la primera vez que cruzaba el
Atlántico. Mi madre no quería que me fuera: ‘Allí hay muchos indios’, decía.
Apenas embarqué, sufrió un ataque que la dejó sin habla, inconsciente. A los
cinco años regresé de vacaciones. Mi madre, entonces, salió de su letargo, me reconoció,
me habló y murió a la semana siguiente. Tenía 64 años. Fue un auténtico milagro”.4
Inicialmente fue destinado a Chamizo, localidad a 80
kilómetros al norte de Montevideo, para colaborar con el Padre Emiliano
Búffoli, fray que recuerdan con mucho afecto quienes lo conocieron en
Olavarría. Al año cerraron el convento y fue trasladado, junto al Padre Aimón,
al pueblo de Progreso, que pertenece a Las Piedras, en el departamento de
Canelones. En ese lugar se le ocurrió organizar un comedor escolar. Conseguir
el permiso no fue tarea fácil. Uruguay es un país de tradición laicista y está
prohibida toda participación religiosa en las escuelas públicas. Sin embargo,
estudiaron la propuesta en la Inspección Escolar de Las Piedras, “y días
después me llamaron desde el Consejo Escolar y me autorizaron. Con esas tareas,
me gané el corazón de la gente. Y así, más adelante, me fue fácil poner el crucifijo
en las escuelas de la zona y levantar un monumento en honor de San Francisco”.5
Para construir el monumento a San Francisco en Progreso
formó una comisión, le solicitó al Hermano Aimón que trazara los dibujos y
planos, pidió colaboraciones y limosnas, y así poco a poco juntó los materiales
para concretar la obra. En ese lugar, donde tuvo un intenso y significativo
trabajo pastoral, caritativo y cultural, cuando cumplió las bodas de plata de
la profesión religiosa, el pueblo de Progreso le manifestó su admiración y
gratitud con una gran fiesta.
Pero también Fray Romeo se dio un tiempo para sorprendernos
con la práctica de actividades ajenas a la vida pastoral. Estando en Chamizo,
un estanciero de apellido Gallinal le regaló un caballo de carrera, de nombre
Charrúa, para que lo corriera en el festival patronal de Santa Teresita.
“También me vestían con ropa de gaucho: bombacha, chambergo, cinto con rastra,
y me apostaban fuerte. ¡Y hasta gané tres veces la carrera principal! Pero mi
misión no era la de ser jockey, sino llenar de sopa los platos de los pobres”.6
Un amigo, instructor de vuelos civiles con avionetas, en el
aeroclub de Las Piedras, le preguntó si quería aprender a pilotear. “No me lo
hice repetir dos veces. Tomé unas cuantas clases hasta cumplir cuarenta y ocho
horas de vuelo. Me hizo volar solo y después me dio el carnet.” Y los amigos
festejaron el diploma con una comida, llamada “olla podrida” (especie de guiso
bien abundoso). El Padre Federico Scantanburlo recuerda algunas peripecias de
Romeo como aviador. “Fray Romeo fue aviador de ocasión. Él mismo amaba contar
con riqueza de detalles sus accidentados vuelos. Una vez aterrizó en un campo
de alfalfa, matando una vaca que no había percibido el mensaje de las luces ni
el estrépito de los motores. Otra vez se encontró con la gasolina al límite y
fue obligado a un aterrizaje forzado. Dejó de surcar los cielos en avioneta,
cuando el superior se lo prohibió, aduciendo el motivo que es mejor un fraile
vivo que un aviador muerto”.7
A principios de enero de 1967, Fray Romeo llegó a Olavarría.
Aquí le esperaba una comunidad franciscana comprometida con las necesidades de
la gente: actividades pastorales, caritativas y culturales; la atención de las
capillas de Monte Viggiano y los barrios; la obra del Colegio San Antonio; Cáritas;
la atención de las capillas de Espigas, Blanca Grande y Mapis; la Orden Franciscana
Seglar; las Casitas Económicas; los grupos juveniles y otras tareas más.
La Virgen de la Loma
Pocos días después de su llegada, un hallazgo providencial
lo involucró en un proyecto que sería, en la vida de Fray Romeo, su pasión y la
morada después de su muerte: el templete de la Virgen de la Loma. Gracias a su
esfuerzo y el de otros devotos de la Virgen, lograron inaugurarlo el 10 de
diciembre de 1967. ver en este mismo blog: https://historiasolavarria.blogspot.com/2021/06/eltemplete-de-la-virgen-de-la-loma.htm
TEMPLETE DE LA VIRGEN DE LA LOMA |
Las Casitas Económicas
Preparó un plano para una vivienda mínima: dos dormitorios,
comedor-cocina y baño, a los que en un futuro se les podrían agregar otras
habitaciones. Los materiales para la construcción se ofrecerían al fiado y sin
interés, y se fomentarían la colaboración vecinal y la ayuda recíproca. El
beneficiario pagaría poco a poco una cuota mensual para cubrir el costo de los
materiales entregados. La condición exigida era que el lote donde se debería
construir la casita estuviera escriturado ante escribano. El proyecto se
presentó en la Municipalidad de Olavarría y tuvo una buena acogida. El fiador
ante las empresas por los materiales sería la parroquia de Monte Viggiano. Con
este sistema se construyó una gran cantidad de casitas económicas y se
renovaron otras.
Mensualmente las empresas pasaban las cuentas a Monte
Viggiano. El pago de esas facturas no era una tarea fácil, porque no todos los
beneficiarios cumplían con las cuotas y, pese a recaudar fondos con la realización
de rifas, festivales y kermeses, no siempre alcanzaban los ingresos para cubrir
las deudas. A veces, cuando la situación era muy crítica, Fray Romeo juntaba
las facturas y se presentaba ante Eusebio Bouciguez —propietario de una de las
empresas que más materiales aportaba
para la construcción de las casitas—, planteándole la incapacidad de
pagar en término la deuda, y siempre lograba una solución del empresario. En
una oportunidad, Bouciguez le sacó las boletas de las manos a Romeo, las rompió
y las tiro al canasto de la basura, saldando así la deuda. Eusebio Bouciguez, que mucho apreciaba a Fray
Romeo, colaboró de muchas maneras con toda la obra que el religioso realizaba
en Monte Viggiano.
La primera casita se construyó cerca del puente Roca, en 1962.
En 25 años llegaron a reformarse y construirse alrededor de 350 viviendas.
Fray Romeo y Eusebio Bouciguez entregando una casita económica Foto: Archivo Municipal de Olavarría. |
El Recreo San Francisco
En un principio, en el campo se sembraba trigo y maíz. Cuando
Fray Romeo asumió la administración del establecimiento, destinó parte a la
lechería. Con la leche que producía alimentaba a los niños y a los enfermos. El
cuidado del campo y las tareas de ordeñe los hacían cuatro o cinco conscriptos
que cedía el Regimiento.
Fray Romeo en el Recreo San Francisco |
Cáritas Monte Viggiano
La asistencia humanitaria que realiza Cáritas Monte Viggiano
fue el mayor compromiso que asumió Fray Romeo desde su llegada a Olavarría.
Hasta entonces, la responsable de Cáritas era doña Felisa y un grupo de
colaboradores. Con Fray Romeo al frente de la organización se incrementó
notablemente la ayuda a los más pobres de la comunidad olavarriense. El número
de beneficiados y las necesidades aumentaron considerablemente. Las nuevas
demandas obligaron a Romeo y el grupo de colaboradores a realizar diariamente
un esfuerzo extraordinario. Conseguir tantos alimentos y distribuirlos no era
una tarea fácil.
Además de los colaboradores habituales que tenía Cáritas,
Fray Romeo logró que el regimiento, con sede en Olavarría, le concediera ocho o
diez conscriptos que se distribuyeran entre la sede de Monte Viggiano y el
Recreo San Francisco. Las tareas de Romeo eran múltiples: recorrer negocios
para acopiar comestibles diariamente; organizar la distribución diaria y
semanal; buscar colaboraciones para las distribuciones; visitar a los enfermos;
estudiar y decidir las solicitudes de las Casitas Económicas; relacionarse con
los medios de comunicación para dar a conocer las necesidades y solicitar
ayuda; preparar la comida para los presos y llevarla a las comisarias; recorrer
las estancias para establecer relaciones y solicitar colaboración.
A la estancia El Mirador de Guazzone, Romeo fue un asiduo
visitante: para solicitar donaciones, para descansar y también para recuperarse
cuando salió del Hospital Militar de Buenos
Aires en convalecencia. Entre el propietario de la estancia, el conde Guazzone,
y Romeo había una gran amistad.
En una ocasión, el conde lo visitó para compartir su
preocupación y tristeza: la falta de lluvia haría malograr la cosecha. Y le
pidió que rezara para que cayera una buena lluvia. El fraile se lo prometió
pero, ni tonto ni perezoso, le preguntó:
—Si Dios le enviara una lluvia de 30 milímetros, ¿qué me
daría para mis pobres?
—¡Un novillo!
—¿Y si la lluvia fuera de 60 milímetros?
—¡Dos novillos!
Dos días después, se descargó sobre Olavarría un aguacero
suficiente para cobrar los dos novillos y comenzar una serie de pactos
posteriores.8
El 25 de agosto de 1984, Fray Romeo, acompañado de un
soldado, se dirigió en camioneta a la estancia El Mirador para retirar un
caballo que el conde Guazzone le había prometido para la chacra San Francisco.
Cerca del caballo se encontraba un toro echado. El fray le
comentó al soldado:
—Este toro está muerto
—No está muerto —le replicó el soldado—. Está vivo. Mire,
mueve las orejas.
Cuando ya estaban cerca del toro, súbitamente se paró en
forma instantánea y acometió directamente contra el fray, metiéndole sus astas entre
las costillas, levantándolo por el aire y desmayándolo. El soldado logró
ahuyentar al toro y socorrer al fraile para llevarlo rápidamente a Olavarría.
La noticia produjo un gran revuelo en la ciudad. Atendido por los médicos, se comprobó
que Romeo había salido totalmente ileso
del accidente. El conde le regaló caballo y toro. Romeo corrió al templete de la
Loma para agradecerle a la Virgen esta nueva gracia (o ¿milagro?) de haberle
conservado el don de la vida. “Creo que de alguna manera se cobraron los
parientes que le comimos como premio a mis rezos llovederos”, diría Romeo.9
Después de la muerte de Fray Romeo, Guazzone, en una carta a
Fray Contardo Miglioranza, le contaría sus impresiones:
"Mi recuerdo de Fray Romeo es el recuerdo de una persona
excepcional. La primera cosa que llamaba la atención era su gozosa alegría al
servir a los pobres y, a través de ellos, al Señor.
Aun en los momentos difíciles, aun en los muchos difíciles
momentos de su enfermedad, jamás lo he visto presa del desaliento. Más bien, se
hallaba siempre dispuesto a reconfortar y ayudar aun a aquel que en ese momento
estaba mejor que él en salud.
No se concedía un momento de descanso en su continuo
revolotear para llevar socorro a los desafortunados.
A quien le reprochaba que ayudaba a vagabundos que se
aprovechaban de su buen corazón, él ponderaba que había que ayudar a todos los
infelices, aunque alguno de ellos no lo merecieran.
El recuerdo que tengo de Fray Romeo, que yo considero un
auténtico santo, es por cierto una de las cosas preciosas que llevo en el corazón”. 10
Càritas Monte Viggiano |
Fray Romeo en Cáritas |
Los medios de movilidad
Al comienzo de su apostolado en Olavarría, para trasladarse
y poder hacer el servicio, Romeo utilizaba un Fiat 600, con el cual retiraba
comida que sobraba del hospital. Cuando su vehículo sufría desperfectos, el
señor Labataglia le prestaba su auto.
En 1975, la Unión Clasista de Olavarría donó a Cáritas una
camioneta Dodge cero kilómetro. Años más tarde, la misma Unión Clasista le
obsequió una camioneta Ford F-100 que, manejada principalmente por los
conscriptos del cuartel, hacía el recorrido diario de ida y vuelta entre Monte
Viggiano y el Recreo San Francisco.
Fray Romeo se había ganado el corazón de muchas de las
familias olavarrienses. Por ejemplo, con los Spinella lo unía una gran amistad.
Esta familia, en un primer momento, le obsequió una
camioneta Peugeot. Más tarde, gracias a los contactos con una red de
olavarrienses residentes en los Estados Unidos, le consiguieron a Romeo una
ambulancia con todos los adelantos en instrumental médico. Lamentablemente, en
ese momento el hospital no tenía personal disponible para la atención de la
ambulancia. Entonces el fraile se la cambió a los Bomberos Voluntarios de
Olavarría por una camioneta Chevrolet anaranjada.
Entre los olavarrienses que residían en Estados Unidos se
encontraba Gafoglio, que había tenido mucho éxito en California con la
construcción de prototipos para importantes fábricas de automotores.
En dos ocasiones Romeo viajó a ese país invitado por la
familia Gafoglio. En la primera oportunidad, le obsequiaron una camioneta para
Cáritas Monte Viggiano. En el segundo viaje, Fray Romeo, acompañado por Fray
Federico, aprovechó la cercanía de México para visitar la basílica de Nuestra
Señora de Guadalupe y recorrer la misión que los Hermanos Franciscanos tienen
entre los indios del estado de Guerrero. Ahí Fray Romeo adoptó el gorro que los
indios utilizaban en sus fiestas. "De ahí viene el famoso gorro con
hélice, que lucía Fray Romeo y que fue la alegría de tantos olavarrienses,
desde el intendente hasta el ciudadano común”.11 Este es el origen del raro atuendo que constituyó un motivo de
atracción para todos.
Fray Romeo con su famosa gorrita |
“La primera vez que lo vi con su gorra y la hélice le pregunté: ¿Para qué sirve la hélice?. Me contestó: ‘Esta hélice me sirve cuando se
para la camioneta, porque yo pongo la cabeza fuera de la ventanilla y empiezo a
volar solo’, cuenta la hermana Redenta.12
Y no sería la única gorra que solía usar. También, en algunas
ocasiones, supo emplear una gorra que simulaba un cuchillo que le atravesaba la
cabeza, y hasta lució un sombrero mexicano. Y no dudó en vestirse con un traje
militar cuando fue invitado por el regimiento a presenciar las maniobras, o con
un traje de bombero en otras oportunidades.
Fray Romeo con uniforme de bombero y con sombrero mexicano |
Cuando Fray Romeo manejaba, siempre andaba apurado y un poco distraído. Esto hacía que, a veces, fuera impredecible y hasta temerario. En una oportunidad, tomó una calle en contramano. “Yo lo alerté y le dije que podrían hacerle una multa. Pero él respondió sonriendo: ¡Que le vayan a cobrar al Papa!, recuerda Eduardo Alberto Bouciguez.13
En otra oportunidad, una familia aguardaba en la parada la
llegada de un ómnibus. De golpe observaron que un automóvil venía directamente
hacia ellos pero, pocos metros antes de llegar a atropellarlos, se incrustó
contra un poste de iluminación. Se acercaron al vehículo y, para sorpresa de
ellos, el conductor era Fray Romeo. Cansado de tanto trabajar se había dormido.
Cuando le preguntaron si había observado que casi los había atropellado, les
respondió con gracia: ¿Qué más quieren que morir atropellados por un cura?.
Otra vez, cuando se dirigía a Hinojo en su camioneta,
llegando al paso a nivel notó que una cuadrilla de obreros que estaban a la
vera del camino le hacía señas con manos y gorras. Les respondió sonriente
creyendo que se trataba de un saludo efusivo pero, cuando estaba sobre las vías,
vio que el tren se encaminaba directamente hacia su vehículo. En el momento comprendió
que las señas eran un aviso de peligro. No supo cómo, pero rápidamente dio
marcha atrás y se salvó de ser atropellado. “El susto me duró tanto tiempo, que
antes de cruzar una vía, paraba la camioneta y me bajaba a mirar”, contaba
Romeo sobre el incidente.14
Noemí Schulmeister fue durante muchos años la secretaria de
Romeo. Toda su familia colaboró entusiastamente con la obra de Cáritas.
Noemí conoció a Romeo cuando estaba embarazada y el médico
le había diagnosticado que probablemente su hijo nacería con problemas. Sin
saber qué más hacer, porque ese bebé para ella representaba todo, se dirigió un
día a la iglesia de Monte Viggiano y allí se encontró con Fray Romeo. Le contó
su problema. Romeo, después de escucharla, la llevó ante el altar de la Virgen
y le encomendó que rezara por su hijo.
En aquel momento de angustia, ella hizo esta promesa:
"Si me nace un hijo sano, yo devolveré a Dios y a la Virgen su ayuda,
dedicando mi vida a hacer algo de lo que menos me gustaría hacer".
Un buen día, Noemí recordó su promesa y se presentó a Romeo
para ofrecer sus servicios, pero el fraile en un principio se resistió. Al
final, la aceptó como secretaria a condición de que cambiara un poco su
aspecto. Noemí agradeció la transformación: "A partir de ese momento, mi
vida cambió y también la de mi marido y de mi hijo. Fuimos creciendo como
familia..."15. Desde ese
momento lo acompañó a Romeo durante el resto de su vida.
Lo máximo que Noemí deseaba era no ver morir a Romeo, porque
temía no poder superar ese trance. Y justamente ella fue la que estuvo a la
cabecera de la cama en las últimas horas del fraile. Rezó con él, recogió sus
últimas palabras y le cerró los ojos; lo acompañó a la tumba y lo sigue
recordando como si aún viviera. Recopiló sus memorias y hasta pensó fundar un
pequeño museo.
"Romeo fue en Olavarría una de las personas más
importantes del siglo. Él fue mi mejor amigo, fue mi mejor papá, fue mi
consejero, fue el padrino de confirmación de mi hijo ... ¡Qué gran hombre fue
Romeo!", diría Noemí después de la muerte del fraile.16
De Olavarría a Moreno
A poco de comenzar 1980, la noticia de que Fray Romeo sería
trasladado a Moreno conmovió a toda Olavarría. Para los franciscanos, los
traslados de un convento a otro son habituales y responden a diversos motivos,
y la disposición debe ser cumplida por el principio de la obediencia.
La medida le llegó a Fray Romeo por una carta que le envió
Fray Lorenzo Ballán, Superior Provincial, diciéndole que había sido trasladado
del convento de Olavarría al seminario de Moreno.
La noticia, dada a conocer por Fray Romeo a todos sus
colaboradores de Cáritas Monte Viggiano en una reunión, provocó un hondo pesar
en ellos y mucha preocupación por el futuro de su obra.
Para ese entonces, Fray Romeo ya era uno de los principales
personajes de Olavarría. Sus colaboradores no se resignaron a aceptar la orden
del traslado y, en una reunión, decidieron que debían tratar de modificar la resolución
del Superior Provincial y comunicar la novedad a los medios de comunicación, a
las personas, las empresas e instituciones que colaboraban con su obra.
A los pocos minutos, la noticia se esparció por toda
Olavarría y produjo una reacción unánime para que fuera reconsiderada la orden
del traslado. Entonces se propuso recoger firmas, enviar cartas y telegramas, y
solicitar audiencias para plantearle al Superior Provincial la grave situación
que se crearía con el traslado de Romeo.
Eusebio Bouciguez, muy preocupado por la situación, le envió
al padre Lorenzo Ballán, Superior Provincial, el siguiente mensaje, firmado en Olavarría,
15 de febrero de 1980:
"Profundamente preocupado, al igual que toda la gente
de buena voluntad de Olavarría, por la decisión de esa superioridad religiosa
de trasladar a la localidad de Moreno a Fray Romeo Musaragno, me permito
dirigirme a Ud., pidiendo deje sin efecto tal determinación, basado en lo
siguiente:
Que Fray Romeo es valioso patrimonio olavarriense, a cuya
comunidad se ha integrado con raíces tan profundas que será difícil consiga el
pueblo resignarse a perderlo.
Que su traslado significaría interrumpir una obra de apoyo a
los pobres, que difícilmente pueda continuar otro religioso sin pasar por un
largo período de adaptación a nuestro medio y fundamentalmente a la orientación
de carácter tan personal que le ha dado el Fray.
Que no quiero pecar de egoísta al no querer ceder un hombre
tan valioso a otra comunidad, basándome también en que con ello se pierde de lo
que pueda dar en su vida útil, por lo expuesto en el párrafo anterior, es
decir, el largo tiempo de adaptación que llevará en otro medio para crear una
infraestructura acorde con su forma de actuar.
Que, si me permito decir tal cosa, es porque he observado su
acción desde su llegada a Olavarría, donde pude comprobar que sus primeros años
no fueron buenos como los últimos y me temo que pase lo mismo en el cambio de
destino, es decir, que se perderán años de eficacia al empezar de nuevo.
Que mi modesta acción en beneficio de los pobres, basado en
la orientación impresa por el Hermano, se verá también afectada al deber
adaptarme a la modalidad que pueda crear su reemplazo.
Que estoy presidiendo en estos momentos la Fundación de
Promoción, Coordinación y Acción Social de Olavarría, la que propende al
mejoramiento moral, anímico, educacional y laboral de las familias carenciadas,
aprovechando la oportunidad que se presenta al prestarle apoyo material y que
tratará de amoldar la obra que hace el Fray, reforzándola en lo que él, por
falta de tiempo, no puede hacer, es decir, de la pobreza moral de tales
familias.
Que como empresario, como presidente de la fundación
benéfica arriba indicada y como cristiano, me pongo humildemente a sus órdenes
para conversar, ampliando los conceptos de esta nota a efectos de que se
informen a pleno de cómo lo ve este hombre del pueblo.
Que he notado el sentir de todo el pueblo que pide la
continuidad de Fray Romeo en nuestro medio y pensando que ‘la voz del pueblo es
la voz de Dios’, pues ya estaría todo dicho.
Pidiendo a Dios que este ruego sea escuchado por esa
superioridad franciscana, aprovecho la oportunidad para saludarle con toda
consideración y cariño”.17
Fray Romeo, que regresaba a Olavarría desde Hinojo, escuchó
por la radio el mensaje de Fray Lorenzo, y después al periodista que lo
invitaba para que diera una respuesta a la alternativa que le ofrecía su
Superior Provincial.
Fray Romeo llegó a la radio, donde había gente que lo estaba
esperando para abrazarlo y besarlo. Consultado en ese momento apenas pudo
balbucir: “Sería un traidor si me fuera a Moreno, cuando la gente hizo de todo
para que yo me quedara en Olavarría”.18
En 1989, Fray Romeo instituyó el 14 de octubre como el “Día
del Mamado” y el 22 de noviembre como el “Día del Loco”.
Se entendía como loco a aquel que tenía un carácter
histriónico o se lo consideraba raro o extravagante, aquel al que vulgarmente
lo llamamos “loco lindo”.
A Romeo le gustaba divertirse, llamar la atención y
responder casi siempre con una humorada. En una entrevista para el diario El Popular, Romeo decía: “Siempre ando
de buen humor, con signos de locura, desde que me levanto hasta que me acuesto”
Y, ante una pregunta del periodista sobre si durante la operación del aneurisma
no le habrían extirpado de la cabeza los cinco minutos de locura, le respondió:
“Con el bisturí me parece que me pusieron cinco minutos más de locura”.
Las fiestas comenzaron en el veredón y después se
trasladaron al Parque Mitre. Había canto, actuaciones y asado gratis. “Llegamos
a soltar en la calle principal del pueblo un lechón engrasado para ser atrapado
por la cola por alguno de los presentes. Nos divertíamos mucho … y hasta
dábamos un diploma, que acreditaba la participación del loco del año. "Me ‘ricordi de Zaffiro, Panchito H., Chiche A., Tino S., Cholo T., Lily N., Bartolito y su
flauta”, nos cuenta Fray Romeo.19
Las nacientes del arroyo Tapalqué se originan en el paraje
que rodea a la laguna La Barrancosa, quedando la zona urbana de Olavarría en la
parte más baja de la cuenca. Son varios los afluentes que confluyen hacia el
cauce del arroyo, configurando, a pocos kilómetros de la ciudad, la
concentración del escurrimiento del agua de la cuenca superior que, en épocas
de fuertes y prolongadas precipitaciones, genera una importante masa de agua
que corre con rapidez y mucha fuerza.
La ciudad pasaría casi veinticinco años sin sobresaltos:
solo se recuerda en ese período el acotado desborde del arroyo en 1978. La
población se fue olvidando de las inundaciones y ganando en confianza. Sin
embargo, la falta de obras necesarias de parte de las autoridades para prevenir
la repetición de estos sucesos dejó un escenario abierto para una nueva
inundación y, esta vez, de una magnitud inimaginable.
Las fuertes precipitaciones se fueron dando en toda la
cuenca durante el mes de abril, y en la mañana del domingo 27 quienes vivían en
la ribera del arroyo advirtieron que la subida de las aguas era insostenible.
El desborde se haría realidad en pocas horas más.
Ese día, los franciscanos de Monte Viggiano, a media cuadra
del arroyo, se reunieron en el almuerzo con ciertas preocupaciones por lo que
podía suceder, pero sin imaginar que el agua crecería tan rápidamente. Confiados
en que no habría riesgo inminente se acostaron para tomar una breve siesta.
Poco después de las 14 horas, el agua había alcanzado casi el borde de sus
camas. Fray Bruno Garbo, Fray Ángel Franzoni y Fray Contardo, ante la difícil
situación en que estaban, decidieron rápidamente que lo mejor era subir al
campanario con las cosas que tenían más a mano y pudieran rescatar: una
colchoneta para cada uno, una pequeña damajuana de vino, un mazo de cartas y
algunos libros. En cambio, Fray Romeo decidió salir a la calle en busca de
ayuda. Por suerte, un bote pasaba por el lugar y los ocupantes lograron
subirlo, pero la correntada era tan fuerte que, al llegar a la calle Cerrito,
la embarcación se dio vuelta. Un inesperado y trágico momento para Romeo,
porque no sabía nadar. Como pudo, manoteando y tragando agua, logró aferrarse a
las rejas superiores de un portal.
Ya a salvo de las aguas, Romeo participó activamente durante
los siguientes días ayudando a los evacuados. “Si de algo estoy seguro —diría
Romeo— es que San Antonio tampoco sabía nadar y se compadeció de mi situación
mandándome un rescate”.20
En 1991, Romeo se encontraba en Italia visitando a su
familia. Era un año de elecciones en Argentina, y en Olavarría se organizó una
campaña para presentarlo como candidato a intendente por el partido del
Zapallo, lista Nº 22, número que simbólicamente se identifica como “El Loco”.
La idea se les ocurrió porque la finca de Hinojo había producido un zapallo
gigante.
Los organizadores pusieron afiches callejeros por toda la
ciudad. Por supuesto que la candidatura nunca se presentó formalmente, pero creó
en la gente y en los políticos una gran expectativa.
En el Recreo San Francisco Foto del libro de Carlos Buales |
El primero de marzo de 1992, Romeo cumplía 70 años, y a la
gente de Cáritas se le ocurrió realizar una fiesta sorpresa. Comenzaron,
entonces, a solicitar aportes, y lograron organizar un encuentro para mil
personas, que contó con la presencia de su hermano menor, Orfeo, y su hermano
político, Walter. Fue una fiesta que conmovió a Romeo y que agradeció
profundamente.
El 6 de agosto de 1995, la revista Viva, del diario Clarín,
le dedicó una nota a Fray Romeo, titulada: “El CURA de los desocupados”. En
seis páginas a todo color, recorre detalles de su vida y la obra de caridad que
realizaba diariamente. El texto está firmado por Alberto González Toro, y las
fotos las tomó Fernando Dvoskin.
El 17 de agosto de 1995, a
las 13.00 por Canal 13, Fray Romeo se presentó con el Padre Néstor Gallego en
el programa Curas del 2000. Dos ejemplos
para imitar, conducido por Julián Weich. En esa ocasión, Romeo lució su
típica gorrita. Al verlo así, el conductor le preguntó si lo habían retado alguna vez, y él respondió: "Sí, me retan y yo también reto. El obispo de Azul hizo algunas observaciones a mis superiores por mi gorra. La explicación es que, a través de la gorra, hago publicidades que me reporta plata para poder alimentar 700 familias que, de lunes a sábado, buscan su comida en Cáritas Monte Viggiano".
Revista Viva |
El 5 de marzo de 1997, se celebró el cumpleaños 75 de Fray Romeo,
con una velada en el Teatro Municipal. El programa consistía en mensajes de
felicitaciones, proyección de un musical, en el que se mostraba una obra del
Padre Abel Campusano, con música de Daniel Godoy y, como acto central, la
presentación del libro Fray Romeo ¿Santo
o Loco?, del escritor olavarriense Carlos D. Buales. El libro, como dice el
autor, es una biografía novelada y fue realizado a través de sucesivas
entrevistas, donde se citan datos biográficos, recuerdos, experiencias de vida
y anécdotas.
Graves e interminables dolencias
En 1982, Fray Romeo fue internado en una clínica por
problemas en su aparato digestivo. Lo operaron durante cuatro horas. Si bien fue
todo un éxito, la recuperación resultó muy lenta por la debilidad de su
organismo y una pequeña infección en el único riñón que poseía desde hacía
muchos años.
A principios de agosto de 1985, Romeo fue internado en la clínica
María Auxiliadora, por complicaciones en una úlcera que le produjeron una grave
hemorragia interna. Después de unos días de internación, prosiguió la
recuperación en el Casino de Oficiales del regimiento local.
Días antes de la navidad de 1995, Fray Romeo se hallaba
trabajando en el salón de Cáritas y, mientras se agachaba para lavar una olla,
sintió una puntada en la cabeza que lo hizo trastabillar, tanto que le impedía
mantenerse de pie. Por suerte, un colaborador advirtió la situación y alertó
rápidamente al convento. Con la llegada de la asistencia médica, Romeo fue
internado en una clínica de Olavarría.
Realizados los exámenes médicos,
se comprobó que se trataba de un aneurisma cerebral. Ante la gravedad de la
dolencia, complicada por los problemas cardíacos que padecía Romeo, interesaron
al jefe del regimiento para que consiguiera una derivación al Hospital Militar de
Buenos Aires, donde finalmente fue internado.
Después de realizarle todos los estudios, los médicos
decidieron colocarle un marcapasos y efectuar una nueva intervención
quirúrgica. El 2 de enero de 1996, la operación duró cinco horas y media. Salió
todo bien y Romeo se recuperó en la estancia del conde Guazzone.
El 26 de mayo de 1998, Romeo partió a Italia para visitar a
sus parientes. En Maerne se reencontró con familiares y amigos. El 29 de mayo
viajó con su sobrino a la ciudad de Trieste, donde se encontró con su amigo, el
Padre Bruno Garbo, párroco de Monte Viggiano.
De regreso a Maerne comenzó a sentir las manifestaciones de
una terrible enfermedad. Se dirigió a un médico, le realizaron estudios
clínicos y se le diagnóstico un tumor canceroso en la próstata con hemorragias:
el pronóstico de vida no indicaba más de dos a tres meses. Al conocer el
diagnóstico, Romeo le respondió: “Vivo o muerto, voy a la Argentina … Quiero ir
a morir en medio de mis niños y viejos, en medio de todos los que tanto me
quisieron y me aman”.21
El 28 de junio, se celebró en Maerne una misa con la
participación de misioneros, familiares y amigos. Allí Romeo dio testimonio de
sus vivencias. Se mostró sereno, con palabras firmes, y por momentos jocosas,
como le gustaba a él matizar sus charlas. Después de la misa se realizó una
comida donde asistieron más de 400 personas y Romeo recorrió las mesas de buen
humor saludando a los invitados.
Antes de regresar a nuestro país, se trasladó a la vecina
ciudad de Padua para visitar la basílica de San Antonio y comunicar a su
Superior de Padua el delicado estado de salud. En esa ocasión besó la tumba de
San Antonio, donde de rodillas había hecho su primera consagración al Señor.
El 5 de julio de 1998 emprendió el viaje a la Argentina en
compañía de Mohio Spinella, que se encontraba de paseo en Italia. Ya en
Olavarría, su principal preocupación era hablar con sus colaboradores, para
contarles que le quedaban pocos meses de vida y que había que pensar en
Cáritas. El 20 de julio, día del amigo, visitó a
unos cuantos para expresarles su reconocimiento.
El 20 de julio se internó en la clínica María Auxiliadora. Nueve
días después mandó un mensaje a la población: “Deseo enviar un beso a todos los
que me ayudan en esta ciudad que es mía. El Señor dispondrá qué será de mí y
estoy preparado. Los amo a todos. Si está dispuesta mi partida y si ha servido
lo que todos hicimos, les pido que sigan el camino.”
El 2 de agosto se realizó una extraordinaria peregrinación a
la Virgen de la Loma, para rogar por Romeo. Fray Leonardo fue el encargado,
desde el altar, de dirigir el ruego.
Con el correr de los días, la enfermedad de Romeo se fue
agravando. Para aliviar los grandes dolores le daban fuertes calmantes y hasta,
a veces, le aplicaban un parche en la espalda para que la morfina fuera
absorbida por la piel.
Como dicen los testigos, algunas veces los ataques de la
enfermedad lo hacían gritar: “¡Dios mío, piedad! ¡Ayúdame, Señor! ¡Virgen,
salud de los enfermos, ruega por Fray Romeo! ¡Virgen de la Loma, colócame bajo
tu manto! ¡Dios mío, no se haga mi voluntad sino la tuya!..”. 22
El 19 de agosto de 1998, su secretaria Noemí llegó a las siete
de la mañana. Romeo le extendió su mano y le dijo “¡reza!”. A las diez, el
desenlace era inminente. Noemí e Isabel, sentadas
una a cada lado de su cama le tenían la mano. A las 12.20 sus manos se
aflojaron y el corazón dejó de latir. Fray Romeo había muerto.
La noticia de su deceso se espació rápidamente por toda la
ciudad, provocando una enorme tristeza. En las primeras horas de la tarde se
preparó la capilla ardiente en el templo de San Francisco.
Al otro día, el diario El
Popular publicaba una nota de casi cuatro páginas con el título: “Murió
Fray Romeo”, donde repasaba su vida y toda la obra realizada. En una parte decía:
“Fue padre e hijo de olavarrienses. Protegió y fue
protegido. Además de procurar comida, ropa y remedios para los pobres, consoló
y alimentó delincuentes que iban a dar sus huesos a la comisaría. No preguntaba
si eran culpables o inocentes. Conmovió corazones pétreos y siempre consiguió,
de una u otra forma, ayuda para su obra.”
El 21 de agosto, el mismo medio publicaba el artículo “Llora
la ciudad”:
“Olavarrienses de todas las condiciones sociales, del
microcentro y de los barrios, llegan al templo San Francisco de Asís, para
testimoniar su amor para el buen franciscano que ya no estará entre nosotros,
para dedicarle una oración, para tocar o besar el plástico transparente que lo
cubre.”
El 22 de agosto, con el título “Emocionante despedida”, este
diario narraba:
“Inocultable fue el dolor por no tener más a Fray Romeo como
un personaje central de Olavarría; sin embargo, la despedida que le brindó el
pueblo, representado en todas las capas sociales, fue emocionante, pero sin
tristezas. Al estilo que proponen los franciscanos ante el episodio de la
muerte, interpretada como un paso a la vida eterna, se dijo adiós al buen Romeo
con oraciones, canciones, aplausos y vítores.
Terminada la obra del templete de la Virgen de la Loma,
pronto se comenzó a pensar en la construcción de una capilla para completar el
ambiente religioso del lugar. La idea se originó en un viaje de Romeo y Noemí
al Recreo San Francisco. Era febrero, el mes en que los girasoles despliegan el
color de su corola. Al ver un hermoso campo florecido, Noemí inició este
dialogo:
—Cuando muera, me vas a enterrar entre girasoles.
—¡Qué lindo! Te voy a hacer una tumba ambulante, porque el
girasol se siembra un año en este cuadro y el año que viene en otro.
—Mirá, Romeo. Vos me enterrás entre girasoles y, si vos morís
antes que yo, te entierro en la Loma.
—¡No! Ahí no se puede porque no hay capilla.
—¡Bueno, Romeo! A partir de mañana, empezamos a hacer la
capilla.
—¡No, no! La gente se muere de hambre. Primero hay que darle
de comer.
—Romeo, el que te da para ladrillos no te da para fideos.
En los días posteriores, Noemí siguió insistiendo para que
Romeo hablara sobre el tema con Eusebio Bouciguez y por su intermedio lograra
involucrar a sus hijos en el proyecto.
Delia Bouciguez y Eduardo Alberto Bouciguez, comprendiendo
la importancia de la capilla como complemento del templete, hicieron los
estudios y comenzaron la construcción.
Terminado el techo, Romeo, muy emocionado, le dijo: “Noemí,
toma un abrigo y vamos a la Loma”. Una vez en el lugar se interiorizaron con el
encargado de la obra sobre los detalles de la construcción y todo lo demás que
todavía faltaba. Al final, Romeo se quedó un momento pensativo y le dijo a
Noemí con el apodo de costumbre: “Patrona, me puedo morir, porque la capilla ya
tiene techo”.23
Después del funeral, el cuerpo de Fray Romeo fue depositado
en la bóveda de la familia Bouciguez. Pero todos sabían que se trataba de una
morada transitoria: el deseo de sus amigos y colaboradores era que su cuerpo
fuera llevado junto al templete de la Virgen de la Loma, aunque para eso había
que solicitar permiso a las autoridades civiles y eclesiásticas.
Después de haber logrado los permisos, se fijó la fecha del
primer aniversario de su muerte para el traslado de los restos a la Loma. Preavisados
sus familiares y amigos de su pueblo natal, estos manifestaron sus deseos de
asistir al traslado.
El 18 de agosto de 1999, un contingente de 18 personas,
compuesto por familiares, sacerdotes y amigos de Fray Romeo, llegó desde Italia
para acompañar el traslado hacia su última morada. Se constituyó una comisión
de recepción y se organizó un programa de actos, que consistió en una misa;
visitas a autoridades civiles, militares y eclesiásticas con intercambio de
obsequios; paseo al Recreo San Francisco; asado en la estancia El Mirador; y cenas
de confraternidad.
El 21 de agosto de 1999, en un día muy poco propicio, de viento intenso y mucho frío,
cientos de personas se congregaron para acompañar el traslado de los restos de
Fray Romeo al santuario de la Virgen de la Loma. Allí se vivieron momentos muy
emotivos: los asistentes renovaron los sentimientos de cariño y gratitud hacia
Fray Romeo. Los visitantes quedaron gratamente impresionados y conmovidos por
el cariño de la gente.
Paolo Gatto, intendente de Maerne, que había llegado con el contingente de italianos, recordaba así a Romeo: “fue el primer misionero que conocí. Cuando era chico y venía a mi casa o iba a la escuela, nos contaba cosas de Olavarría y de la Argentina; lo hacía y decía. Y nosotros permanecíamos allí con la boca y los ojos abiertos escuchándolo...”. 24
Al despedirse de Olavarría, los visitantes remitieron una
nota al diario El Popular:
“No imaginábamos todo el cariño que Olavarría tiene por el
querido Romeo. Viajamos desde Maerne, en el norte de Italia, para estar en el
primer aniversario de su muerte y nos sorprendió el calor del pueblo de
Olavarría, tan identificado con la obra del Fray.
Recorrimos y conocimos todos los lugares donde él trabajó.
Conocimos a muchas personas que lo quisieron y apoyaron; y vivimos con alegría
y emoción los días de nuestra estadía en Olavarría…
Llevamos en nuestros corazones todo el cariño de ustedes.
¡Gracias, Olavarría! Y, recordando a Romeo: ¡PAZ Y BIEN!. 25
Capilla de la Virgen de La Loma y tumba de Fray Romeo |
Monumento a Fray Romeo
El monumento a Fray Romeo es una iniciativa del Centro de
Día Rinconcito de Romeo. El 23 de octubre de 1998, el Honorable Concejo
Deliberante aprobó la ordenanza Nº 2307/98, en cuyo Artículo 2º designa como Paseo
Fray Romeo al sector del Parque Mitre, comprendido entre las calles Belgrano y
Necochea sobre la ribera izquierda del arroyo.26
En la escultura, obra de la artista Esther Rodríguez, está
representada la figura de Fray Romeo
sobre un pedestal de piedra —vestido con el típico atuendo de los
franciscanos y gorrita con hélice sobre
su cabeza—, llevando en cada mano una
bolsa con alimentos. El monumento se encuentra ubicado a media cuadra de la iglesia Monte Viggiano, a
la vera del arroyo Tapalqué.
Al cumplirse el octavo
aniversario de su fallecimiento,
el sábado 19 de agosto de 2006 se inauguraba y bendecía este monumento. El
evento contó con la presencia de autoridades municipales, fuerzas de seguridad,
de policía, bomberos y regimiento local, además de boy scouts, colectividades y
otras instituciones. Participó también la Banda Municipal Olavarría bajo la
dirección del maestro Pedro Lurbe.
Hubo una suelta de palomas y se entonó el himno compuesto en
honor a Fray Romeo, cuya letra y música pertenece a los integrantes del
Rinconcito.
En el acto se exhibió la camioneta que el fraile usaba para
cumplir con la obra asistencial, y el público donó alimentos que fueron
colocando en la caja del vehículo.
Monumento a Fray Romeo Gentileza Claudio Filardo |
Un personaje único e inolvidable
Fray Romeo Musaragno, que durante toda su vida ayudó a
aliviar el sufrimiento de tantos hogares, ante la pregunta de cuál había sido
el miedo que tuvo en su vida, respondió humildemente:
“El único miedo que tuve en mi vida fue qué le iba a
contestar a Dios, cuando me preguntara qué hice de mi existencia”.27
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Carlos D. Buales, Fray Romeo ¿Santo o Loco?, 1997.
Diario El Popular de Olavarría.
Claudio Filardo, Monumentos de Olavarría.
Fray Contardo Miglioranza, Fray Romeo Musaragno-El Hermano
de los pobres. 2001.
Revista Viva, del diario Clarín, 1995.
1 Fray Contardo Miglioranza, Fray Romeo Musaragno-El Hermano de los pobres. Página 16.
2 Carlos D. Buales, Fray Romeo ¿Santo o Loco? Página 20
3 Fray Contardo Miglioranza, Fray Romeo Musaragno-El Hermano de los pobres. Página 20.
4 Revista Viva, Diario Clarín. Página 42.
5 Fray Contardo Miglioranza, Fray Romeo Musaragno-El Hermano de los pobres. Página 59.
6 Fray Contardo Miglioranza, Fray Romeo Musaragno-El Hermano de los pobres. Página 62.
7 Fray Contardo Miglioranza, Fray Romeo Musaragno-El Hermano de los pobres. Página 63.
8 Carlos D. Buales, Fray Romeo ¿Santo o Loco? Página 60.
9 Carlos D. Buales, Fray Romeo ¿Santo o Loco? Página 60.
10 Fray Contardo Miglioranza, Fray Romeo Musaragno-El Hermano de los pobres. Página 206
11 Fray Contardo Miglioranza, Fray Romeo Musaragno-El Hermano de los pobres. Página 189.
12 Fray Contardo Miglioranza, Fray Romeo Musaragno-El Hermano de los pobres. Página 210.
13 Fray Contardo Miglioranza, Fray Romeo Musaragno-El Hermano de los pobres. Página 242.
14 Carlos D. Buales, Fray Romeo ¿Santo o Loco? Página 88.
15 Fray Contardo Miglioranza, Fray Romeo Musaragno-El Hermano de los pobres. Página 122
16 Fray Contardo Miglioranza, Fray Romeo Musaragno-El Hermano de los pobres. Página 122.
17 Fray Contardo Miglioranza, Fray Romeo Musaragno-El Hermano de los pobres. Páginas 145 y 146.
18 Fray Contardo Miglioranza, Fray Romeo Musaragno-El Hermano de los pobres Página 147.
19 Carlos D. Buales, Fray Romeo ¿Santo o Loco? Página 56.
20 Carlos D. Buales, Fray Romeo ¿Santo o Loco? Página 87.
21 Fray Contardo Miglioranza, Fray Romeo Musaragno-El Hermano de los pobres. Página 214.
22 Fray Contardo Miglioranza, Fray Romeo Musaragno-El Hermano de los pobres. Página 221.
23 Fray Contardo Miglioranza, Fray Romeo Musaragno-El Hermano de los pobres. Páginas 131 y 132.
24 Fray Contardo Miglioranza, Fray Romeo Musaragno-El Hermano de los pobres. Página 234.
25 Fray Contardo Miglioranza, Fray Romeo Musaragno-El Hermano de los pobres. Página 234.
26 Claudio Filardo, Monumentos de Olavarría. Página 25.
27 Carlos D. Buales, Fray Romeo ¿Santo o Loco? Página 24.
Un hombre de gran corazón y gran amigo.
ResponderEliminar