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viernes, 1 de octubre de 2021

FRAY ROMEO MUSARAGNO
(Una vida al servicio de los pobres)
                                                             Autor: Cr. Adolfo Hipólito Santa María

FRAY ROMEO MUSARAGNO

Fray Romeo Musaragno fue un franciscano que encarnó la consigna de San Francisco de guardar el Santo Evangelio, viviendo en obediencia, pobreza y castidad.

Comprometido siempre con los desposeídos del lugar donde le tocó ejercer su apostolado, llevó una vida sacrificada y servicial. De espíritu noble y humilde, carismático y un tanto excéntrico, se ganó el corazón de todos los olavarrienses.

Había nacido el primero de marzo de 1922, en Maerne, Italia, una pequeña localidad cercana a Mestre, Venecia. En el seno de una familia acomodada, hijo de Mario Musaragno y Àngela Joana Bertoldo, sus hermanos fueron Cirilo, María, Leonilde, Benvenutto, Orfeo, Walter y Giovanni, estos dos últimos, hijos adoptivos del matrimonio Musaragno. 

 "La familia Musaragno era la familia más patriarcal de Maerne. Éramos 60 en familia, distribuidos entre los abuelos con 10 hijos casados, a los que ya eran padres de 5 o 6 hijos cada uno, y nosotros los nietos ... Y todo marchaba perfectamente, porque el abuelo y la abuela organizaban todo y daban órdenes. El abuelo tenía un bastón, con cuyos toques se ponía en movimiento la familia. Al primer golpe que daba, como un campanazo, se presentaban los hijos para saber qué quería. Él daba las órdenes y distribuía las tareas. Igualmente se hacía con las nueras. Daba dos golpes, las reunía y distribuía las tareas, quién a la cocina y quién al campo, quién al lavado y quién al telar, quién al gallinero y quién al criadero de chanchos.” Así lo contaba Fray Romeo a Fray Contardo Miglioranza. 1

La casa era larga: 115 metros, en dos plantas. En la baja: establos, cantina, maquinarias y herramientas; en la planta alta, por un lado, los graneros y, por otro, los dormitorios. La familia Musaragno vivió en la misma casa 145 años, o sea, cinco generaciones.

Su tía, que ofició de partera, le contó a Romeo el trance de su nacimiento: “Al nacer, estabas tan grave —yo asistí al parto y te tenía en mis manos—, que se esperaba que expirases. A los ocho días se celebró el bautismo. Existía la costumbre de que, para esas circunstancias, se preparaban granos de maíz tostados y salteados en una sartén agujereada o bajo una sutil capa de ceniza caliente. Había una creencia popular de la zona, indicando que, si por alguna razón, los maíces blancos no reventaban, el recién nacido era sacerdote o monja, según el sexo del niño. El fenómeno del maíz sin explotar se hizo presente aquella tarde ante la algarabía de la tía Luisa que, incrédula al presagio del médico, festejó al nuevo miembro de los Musaragno proclamándolo Fray Romeo … Nadie de la familia creyó en la profecía, por la salud quebrantada del recién nacido.”2  

Cuando niño le gustaba poco la escuela. Partía de su casa, como todos, pero a mitad de camino había un pequeño lago o un remanso de arroyo, que lo seducía a quedarse en el lugar para jugar a las bolitas, lanzar piedras chatas sobre la superficie o deslizarse sobre el hielo invernal con patines rústicos, cuenta su hermana Nineta. 

“Fui algunos años a la escuela, pero saqué poco provecho. No quería ir por capricho o por jugar. Cuando los demás compañeros salían de la escuela, les preguntábamos acerca de los temas y deberes, que comunicábamos a mamá; y así salvábamos la situación”. Así Romeo confirma el relato de su hermana.3 

Por su temperamento, Romeo nunca fue muy hablador y dicharachero; más bien, era comedido y reservado. “Prefería estar solo”, cuenta Nineta.

Sin embargo, le gustaba compartir las alegrías a través de travesuras y bromas. Algunas de ellas eran bravas, tanto que podían provocar muchos fastidios, aunque, gracias a su espontaneidad y generalmente a que se las realizaba a sus parientes, terminaban en sonrisas y abrazos.

Cuando niño, una de sus travesuras más comunes era esconder los zuecos y sombreros de algunos familiares. Otras veces se divertía atando los delantales de las mujeres a una silla, mientras estaban tejiendo: al levantarse, arrastraban la silla y provocaban la risa de todos.

 El despertar de su vocación

A los 12 años Romeo comenzó el camino vocacional, orientado hacia San Antonio. El 25 de agosto de 1935, entró al seminario de Camposampiero, lugar privilegiado, porque había acogido por un tiempo a San Antonio. Después pasó a Venecia, donde los clérigos estudiaban teología. Inició el noviciado en la sede donde se encuentra la basílica de San Antonio. A su término, el 9 de febrero de 1939, Fray Romeo, de rodillas ante la tumba de San Antonio, hizo su primera consagración al Señor.

 Vivencias de la guerra

El primero de setiembre de 1939, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, Fray Romeo residía en un convento de Trieste, donde tenía a su cargo un grupo de muchachos a los que les daba de comer. Durante esos años repletos de atrocidades y muertes, Romeo sufrió las consecuencias de la guerra y sobrevivió a episodios que pusieron en riesgo su vida.

Uno de ellos ocurrió durante un viaje de Trieste a Fossalta de Piave, donde vivía una de sus tías. Eran las cinco de la mañana. En un coche de pasajeros del tren, a oscuras por razones de seguridad, viajaban seis personas. De pronto, un avión descargó su metralla sobre la formación ferroviaria y todo se transformó en gritos de dolor. Pasado el peligro, levantó la cabeza y pudo comprobar que solo había dos sobrevivientes: él y una chica. Sin embargo, ella apenas vivió unos minutos hasta morir en sus brazos.

En otra oportunidad, Romeo y otros hombres viajaban acostados sobre barriles de cerveza, apilados en un camión, cuando de repente aparecieron los aviones de caza Pippo. Al creerlos partisanos, ametrallaron el camión con el lamentable saldo de heridos y muertos. Al terminar el ataque, Romeo se encontró dentro de una zanja, pero sin un solo rasguño.

Todo sucedió tan rápido que no tuvo tiempo de ofrecer una oración. Pero la noche anterior, como de costumbre, había rezado el rosario pidiendo la protección de la Virgen. Concluye Romeo: "Sabíamos que todos estábamos continuamente expuestos a la muerte”.

De esos años de la guerra, hay un terrible episodio que involucró a la familia de Romeo, y que relata Nineta, su hermana. Orfeo, el menor de la familia, en su idealismo se había unido a las filas de los partisanos en contra de los alemanes. Una de las tareas de los partisanos era hostigar a las columnas germanas que, en retirada, regresaban a su patria. En una escaramuza, Orfeo y siete de sus compañeros fueron apresados. Sometidos a una corte marcial fueron condenados a ser fusilados al día siguiente.

Romeo, que se encontraba de visita en su casa, tomó una audaz decisión: presentarse en la sede del Comando Superior para tratar de salvar la vida de su hermano. A la madrugada, con su hábito de San Francisco se dirigió a pie a Mirano. Fue recibido, expuso sus razones y logró convencer a los nazis de que su hermano no fuera fusilado. Sin embargo, lamentablemente no pudo salvar a los siete compañeros partisanos. Actualmente, la plaza de Mirano está dedicada a honrar la vida de los que fueron ejecutados.

Las primeras dolencias de Fray Romeo

En 1946, Fray Romeo se hallaba en un convento de San Pietro di Barbozza, cerca del monte Grappa. Años después, estando ya en el convento de Monte Rico, cerca de Monsélice, comenzaron sus primeras dolencias. Trasladado de urgencia al vecino hospital de Noale, con pronóstico muy reservado, el doctor Borsato lo operó con éxito. En el término de tres años, como consecuencia de problemas gastrointestinales y dos tumores en la vejiga que le fueron extirpados, padeció la inusual cantidad de doce intervenciones quirúrgicas. 

 El viaje a América

Hacía apenas un mes que había salido del hospital y todavía en convalecencia, una tarde, estando con un grupo de frailes en el claustro de noviciados al lado de la basílica de San Antonio, se les acercó el Superior Provincial, Padre Ángel Beghetto, quien sorpresivamente les preguntó: “¿Quién quiere ir a América?” Todos levantaron la mano más para complacerlo que para comprometerse.

Los demás frailes se preocuparon y le dijeron a Romeo: “con todos los males que tuviste de salud, ¿por qué levantaste la mano para ir a América? Él respondió: “La levanté tanto por levantarla”. Mucho tiempo después confesaría: “Realmente, hasta ahora, no me puedo explicar qué me impulsó a levantar la mano”. También su familia, conociendo las debilidades de su salud, expresó sus temores y dudas.

Un mes después, a Fray Romeo y Fray Evancio, otro candidato para las misiones americanas, les llegó la orden de ir a Roma para tramitar el pasaporte y demás documentos.

En 1954, en el barco Ana Costa partió Fray Romeo rumbo a América. Después de dos meses de travesía llegaba a su primer destino, Uruguay.

“Era la primera vez que cruzaba el Atlántico. Mi madre no quería que me fuera: ‘Allí hay muchos indios’, decía. Apenas embarqué, sufrió un ataque que la dejó sin habla, inconsciente. A los cinco años regresé de vacaciones. Mi madre, entonces, salió de su letargo, me reconoció, me habló y murió a la semana siguiente. Tenía 64 años. Fue un auténtico milagro”.4  

Inicialmente fue destinado a Chamizo, localidad a 80 kilómetros al norte de Montevideo, para colaborar con el Padre Emiliano Búffoli, fray que recuerdan con mucho afecto quienes lo conocieron en Olavarría. Al año cerraron el convento y fue trasladado, junto al Padre Aimón, al pueblo de Progreso, que pertenece a Las Piedras, en el departamento de Canelones. En ese lugar se le ocurrió organizar un comedor escolar. Conseguir el permiso no fue tarea fácil. Uruguay es un país de tradición laicista y está prohibida toda participación religiosa en las escuelas públicas. Sin embargo, estudiaron la propuesta en la Inspección Escolar de Las Piedras, “y días después me llamaron desde el Consejo Escolar y me autorizaron. Con esas tareas, me gané el corazón de la gente. Y así, más adelante, me fue fácil poner el crucifijo en las escuelas de la zona y levantar un monumento en honor de San Francisco”.5 

Para construir el monumento a San Francisco en Progreso formó una comisión, le solicitó al Hermano Aimón que trazara los dibujos y planos, pidió colaboraciones y limosnas, y así poco a poco juntó los materiales para concretar la obra. En ese lugar, donde tuvo un intenso y significativo trabajo pastoral, caritativo y cultural, cuando cumplió las bodas de plata de la profesión religiosa, el pueblo de Progreso le manifestó su admiración y gratitud con una gran fiesta.

Pero también Fray Romeo se dio un tiempo para sorprendernos con la práctica de actividades ajenas a la vida pastoral. Estando en Chamizo, un estanciero de apellido Gallinal le regaló un caballo de carrera, de nombre Charrúa, para que lo corriera en el festival patronal de Santa Teresita. “También me vestían con ropa de gaucho: bombacha, chambergo, cinto con rastra, y me apostaban fuerte. ¡Y hasta gané tres veces la carrera principal! Pero mi misión no era la de ser jockey, sino llenar de sopa los platos de los pobres”.6

Un amigo, instructor de vuelos civiles con avionetas, en el aeroclub de Las Piedras, le preguntó si quería aprender a pilotear. “No me lo hice repetir dos veces. Tomé unas cuantas clases hasta cumplir cuarenta y ocho horas de vuelo. Me hizo volar solo y después me dio el carnet.” Y los amigos festejaron el diploma con una comida, llamada “olla podrida” (especie de guiso bien abundoso). El Padre Federico Scantanburlo recuerda algunas peripecias de Romeo como aviador. “Fray Romeo fue aviador de ocasión. Él mismo amaba contar con riqueza de detalles sus accidentados vuelos. Una vez aterrizó en un campo de alfalfa, matando una vaca que no había percibido el mensaje de las luces ni el estrépito de los motores. Otra vez se encontró con la gasolina al límite y fue obligado a un aterrizaje forzado. Dejó de surcar los cielos en avioneta, cuando el superior se lo prohibió, aduciendo el motivo que es mejor un fraile vivo que un aviador muerto”.7

A principios de enero de 1967, Fray Romeo llegó a Olavarría. Aquí le esperaba una comunidad franciscana comprometida con las necesidades de la gente: actividades pastorales, caritativas y culturales; la atención de las capillas de Monte Viggiano y los barrios; la obra del Colegio San Antonio; Cáritas; la atención de las capillas de Espigas, Blanca Grande y Mapis; la Orden Franciscana Seglar; las Casitas Económicas; los grupos juveniles y otras tareas más. 

La Virgen de la Loma

Pocos días después de su llegada, un hallazgo providencial lo involucró en un proyecto que sería, en la vida de Fray Romeo, su pasión y la morada después de su muerte: el templete de la Virgen de la Loma. Gracias a su esfuerzo y el de otros devotos de la Virgen, lograron inaugurarlo el 10 de diciembre de 1967. ver en este mismo blog: https://historiasolavarria.blogspot.com/2021/06/eltemplete-de-la-virgen-de-la-loma.htm



TEMPLETE DE LA VIRGEN DE LA LOMA

Las Casitas Económicas

Fray Romeo no fue el iniciador de la obra de las Casitas Económicas, pero desde su llegada a Olavarría le dio un extraordinario impulso. El creador fue el Padre Búffoli, cura extrovertido, carismático y progresista. En sus funciones como cura párroco de Monte Viggiano visitaba a los enfermos, bendecía casas, recorría los alrededores de la ciudad. Allí se encontró con gente que vivía en precarias casitas y, por más deseos que tuvieran de progresar, su difícil situación económica no los ayudaba. En vista del problema se le ocurrió proyectar la construcción de casitas económicas y su financiación.

Preparó un plano para una vivienda mínima: dos dormitorios, comedor-cocina y baño, a los que en un futuro se les podrían agregar otras habitaciones. Los materiales para la construcción se ofrecerían al fiado y sin interés, y se fomentarían la colaboración vecinal y la ayuda recíproca. El beneficiario pagaría poco a poco una cuota mensual para cubrir el costo de los materiales entregados. La condición exigida era que el lote donde se debería construir la casita estuviera escriturado ante escribano. El proyecto se presentó en la Municipalidad de Olavarría y tuvo una buena acogida. El fiador ante las empresas por los materiales sería la parroquia de Monte Viggiano. Con este sistema se construyó una gran cantidad de casitas económicas y se renovaron otras.

Mensualmente las empresas pasaban las cuentas a Monte Viggiano. El pago de esas facturas no era una tarea fácil, porque no todos los beneficiarios cumplían con las cuotas y, pese a recaudar fondos con la realización de rifas, festivales y kermeses, no siempre alcanzaban los ingresos para cubrir las deudas. A veces, cuando la situación era muy crítica, Fray Romeo juntaba las facturas y se presentaba ante Eusebio Bouciguez —propietario de una de las empresas que más materiales aportaba  para la construcción de las casitas—, planteándole la incapacidad de pagar en término la deuda, y siempre lograba una solución del empresario. En una oportunidad, Bouciguez le sacó las boletas de las manos a Romeo, las rompió y las tiro al canasto de la basura, saldando así la deuda.  Eusebio Bouciguez, que mucho apreciaba a Fray Romeo, colaboró de muchas maneras con toda la obra que el religioso realizaba en Monte Viggiano.

La primera casita se construyó cerca del puente Roca, en 1962. En 25 años llegaron a reformarse y construirse alrededor de 350 viviendas.

Fray Romeo y Eusebio Bouciguez entregando una casita económica
Foto: Archivo Municipal de Olavarría. 

El Recreo San Francisco

En el partido de Olavarría, la Orden Franciscana posee un campo de 220 hectáreas atravesado por el arroyo Nievas. Allí se fundó el Recreo San Francisco, lugar para el retiro o esparcimiento de los jóvenes. Ese campo, como otras propiedades en la ciudad de General Belgrano, pertenecía a las hermanas Clara y Adela Piaggio, que, sin tener herederos, ofrecieron parte a la Congregación Salesiana y parte a Monte Viggiano. Las Piaggio vivían en Hinojo, y los padres franciscanos de Monte Viggiano asumieron la asistencia y el cuidado de las hermanas. Quien influyó para que el campo pasara a la Orden Franciscana fue el padre capuchino Antonio de Monterosso.

En un principio, en el campo se sembraba trigo y maíz. Cuando Fray Romeo asumió la administración del establecimiento, destinó parte a la lechería. Con la leche que producía alimentaba a los niños y a los enfermos. El cuidado del campo y las tareas de ordeñe los hacían cuatro o cinco conscriptos que cedía el Regimiento.

 

Fray Romeo en el Recreo San Francisco

Cáritas Monte  Viggiano

La asistencia humanitaria que realiza Cáritas Monte Viggiano fue el mayor compromiso que asumió Fray Romeo desde su llegada a Olavarría. Hasta entonces, la responsable de Cáritas era doña Felisa y un grupo de colaboradores. Con Fray Romeo al frente de la organización se incrementó notablemente la ayuda a los más pobres de la comunidad olavarriense. El número de beneficiados y las necesidades aumentaron considerablemente. Las nuevas demandas obligaron a Romeo y el grupo de colaboradores a realizar diariamente un esfuerzo extraordinario. Conseguir tantos alimentos y distribuirlos no era una tarea fácil. 

Además de los colaboradores habituales que tenía Cáritas, Fray Romeo logró que el regimiento, con sede en Olavarría, le concediera ocho o diez conscriptos que se distribuyeran entre la sede de Monte Viggiano y el Recreo San Francisco. Las tareas de Romeo eran múltiples: recorrer negocios para acopiar comestibles diariamente; organizar la distribución diaria y semanal; buscar colaboraciones para las distribuciones; visitar a los enfermos; estudiar y decidir las solicitudes de las Casitas Económicas; relacionarse con los medios de comunicación para dar a conocer las necesidades y solicitar ayuda; preparar la comida para los presos y llevarla a las comisarias; recorrer las estancias para establecer relaciones y solicitar colaboración.

A la estancia El Mirador de Guazzone, Romeo fue un asiduo visitante: para solicitar donaciones, para descansar y también para recuperarse cuando salió del Hospital Militar de Buenos Aires en convalecencia. Entre el propietario de la estancia, el conde Guazzone, y Romeo había una gran amistad.

En una ocasión, el conde lo visitó para compartir su preocupación y tristeza: la falta de lluvia haría malograr la cosecha. Y le pidió que rezara para que cayera una buena lluvia. El fraile se lo prometió pero, ni tonto ni perezoso, le preguntó:

—Si Dios le enviara una lluvia de 30 milímetros, ¿qué me daría para mis pobres?

—¡Un novillo!

—¿Y si la lluvia fuera de 60 milímetros?

—¡Dos novillos!

Dos días después, se descargó sobre Olavarría un aguacero suficiente para cobrar los dos novillos y comenzar una serie de pactos posteriores.8

El 25 de agosto de 1984, Fray Romeo, acompañado de un soldado, se dirigió en camioneta a la estancia El Mirador para retirar un caballo que el conde Guazzone le había prometido para la chacra San Francisco.

Cerca del caballo se encontraba un toro echado. El fray le comentó al soldado:

—Este toro está muerto

—No está muerto —le replicó el soldado—. Está vivo. Mire, mueve las orejas.

Cuando ya estaban cerca del toro, súbitamente se paró en forma instantánea y acometió directamente contra el fray, metiéndole sus astas entre las costillas, levantándolo por el aire y desmayándolo. El soldado logró ahuyentar al toro y socorrer al fraile para llevarlo rápidamente a Olavarría.

La noticia produjo un gran revuelo en la ciudad.  Atendido por los médicos, se comprobó que   Romeo había salido totalmente ileso del accidente. El conde le regaló caballo y toro. Romeo corrió al templete de la Loma para agradecerle a la Virgen esta nueva gracia (o ¿milagro?) de haberle conservado el don de la vida. “Creo que de alguna manera se cobraron los parientes que le comimos como premio a mis rezos llovederos”, diría Romeo.9

Después de la muerte de Fray Romeo, Guazzone, en una carta a Fray Contardo Miglioranza, le contaría sus impresiones:

"Mi recuerdo de Fray Romeo es el recuerdo de una persona excepcional. La primera cosa que llamaba la atención era su gozosa alegría al servir a los pobres y, a través de ellos, al Señor.

Aun en los momentos difíciles, aun en los muchos difíciles momentos de su enfermedad, jamás lo he visto presa del desaliento. Más bien, se hallaba siempre dispuesto a reconfortar y ayudar aun a aquel que en ese momento estaba mejor que él en salud.

No se concedía un momento de descanso en su continuo revolotear para llevar socorro a los desafortunados.

A quien le reprochaba que ayudaba a vagabundos que se aprovechaban de su buen corazón, él ponderaba que había que ayudar a todos los infelices, aunque alguno de ellos no lo merecieran.

El recuerdo que tengo de Fray Romeo, que yo considero un auténtico santo, es por cierto una de las cosas preciosas que llevo en el corazón”. 10


 Càritas Monte Viggiano

Fray Romeo en Cáritas

Los medios de movilidad

Al comienzo de su apostolado en Olavarría, para trasladarse y poder hacer el servicio, Romeo utilizaba un Fiat 600, con el cual retiraba comida que sobraba del hospital. Cuando su vehículo sufría desperfectos, el señor Labataglia le prestaba su auto.

En 1975, la Unión Clasista de Olavarría donó a Cáritas una camioneta Dodge cero kilómetro. Años más tarde, la misma Unión Clasista le obsequió una camioneta Ford F-100 que, manejada principalmente por los conscriptos del cuartel, hacía el recorrido diario de ida y vuelta entre Monte Viggiano y el Recreo San Francisco.

Fray Romeo se había ganado el corazón de muchas de las familias olavarrienses. Por ejemplo, con los Spinella lo unía una gran amistad.

Esta familia, en un primer momento, le obsequió una camioneta Peugeot. Más tarde, gracias a los contactos con una red de olavarrienses residentes en los Estados Unidos, le consiguieron a Romeo una ambulancia con todos los adelantos en instrumental médico. Lamentablemente, en ese momento el hospital no tenía personal disponible para la atención de la ambulancia. Entonces el fraile se la cambió a los Bomberos Voluntarios de Olavarría por una camioneta Chevrolet anaranjada.

Entre los olavarrienses que residían en Estados Unidos se encontraba Gafoglio, que había tenido mucho éxito en California con la construcción de prototipos para importantes fábricas de automotores.

En dos ocasiones Romeo viajó a ese país invitado por la familia Gafoglio. En la primera oportunidad, le obsequiaron una camioneta para Cáritas Monte Viggiano. En el segundo viaje, Fray Romeo, acompañado por Fray Federico, aprovechó la cercanía de México para visitar la basílica de Nuestra Señora de Guadalupe y recorrer la misión que los Hermanos Franciscanos tienen entre los indios del estado de Guerrero. Ahí Fray Romeo adoptó el gorro que los indios utilizaban en sus fiestas. "De ahí viene el famoso gorro con hélice, que lucía Fray Romeo y que fue la alegría de tantos olavarrienses, desde el intendente hasta el ciudadano común”.11 Este es el origen del raro atuendo que constituyó un motivo de atracción para todos.

Fray Romeo con su famosa gorrita

Fray Romeo solía visitar de tanto en tanto el monasterio de las trapenses de Hinojo. Allí irrumpía generalmente vestido de seglar o con pantaloncitos cortos, siempre de buen humor, con su gorrita y cantando a viva voz el Ave María de Schubert o “Quel mazzolín di fiori, che bien dalla montagna (aquel ramillete de flores, que viene de la montaña)”.

“La primera vez que lo vi con su gorra y la hélice le pregunté: ¿Para qué sirve la hélice?. Me contestó: ‘Esta hélice me sirve cuando se para la camioneta, porque yo pongo la cabeza fuera de la ventanilla y empiezo a volar solo’, cuenta la hermana Redenta.12  

Y no sería la única gorra que solía usar. También, en algunas ocasiones, supo emplear una gorra que simulaba un cuchillo que le atravesaba la cabeza, y hasta lució un sombrero mexicano. Y no dudó en vestirse con un traje militar cuando fue invitado por el regimiento a presenciar las maniobras, o con un traje de bombero en otras oportunidades. 


Fray Romeo con uniforme de bombero y con sombrero mexicano

Cuando Fray Romeo manejaba, siempre andaba apurado y un poco distraído. Esto hacía que, a veces, fuera impredecible y hasta temerario. En una oportunidad, tomó una calle en contramano. “Yo lo alerté y le dije que podrían hacerle una multa. Pero él respondió sonriendo: ¡Que le vayan a cobrar al Papa!, recuerda Eduardo Alberto Bouciguez.13

En otra oportunidad, una familia aguardaba en la parada la llegada de un ómnibus. De golpe observaron que un automóvil venía directamente hacia ellos pero, pocos metros antes de llegar a atropellarlos, se incrustó contra un poste de iluminación. Se acercaron al vehículo y, para sorpresa de ellos, el conductor era Fray Romeo. Cansado de tanto trabajar se había dormido. Cuando le preguntaron si había observado que casi los había atropellado, les respondió con gracia: ¿Qué más quieren que morir atropellados por un cura?.

Otra vez, cuando se dirigía a Hinojo en su camioneta, llegando al paso a nivel notó que una cuadrilla de obreros que estaban a la vera del camino le hacía señas con manos y gorras. Les respondió sonriente creyendo que se trataba de un saludo efusivo pero, cuando estaba sobre las vías, vio que el tren se encaminaba directamente hacia su vehículo. En el momento comprendió que las señas eran un aviso de peligro. No supo cómo, pero rápidamente dio marcha atrás y se salvó de ser atropellado. “El susto me duró tanto tiempo, que antes de cruzar una vía, paraba la camioneta y me bajaba a mirar”, contaba Romeo sobre el incidente.14

 La secretaria

Noemí Schulmeister fue durante muchos años la secretaria de Romeo. Toda su familia colaboró entusiastamente con la obra de Cáritas.

Noemí conoció a Romeo cuando estaba embarazada y el médico le había diagnosticado que probablemente su hijo nacería con problemas. Sin saber qué más hacer, porque ese bebé para ella representaba todo, se dirigió un día a la iglesia de Monte Viggiano y allí se encontró con Fray Romeo. Le contó su problema. Romeo, después de escucharla, la llevó ante el altar de la Virgen y le encomendó que rezara por su hijo.

En aquel momento de angustia, ella hizo esta promesa: "Si me nace un hijo sano, yo devolveré a Dios y a la Virgen su ayuda, dedicando mi vida a hacer algo de lo que menos me gustaría hacer".

Un buen día, Noemí recordó su promesa y se presentó a Romeo para ofrecer sus servicios, pero el fraile en un principio se resistió. Al final, la aceptó como secretaria a condición de que cambiara un poco su aspecto. Noemí agradeció la transformación: "A partir de ese momento, mi vida cambió y también la de mi marido y de mi hijo. Fuimos creciendo como familia..."15. Desde ese momento lo acompañó a Romeo durante el resto de su vida.

Lo máximo que Noemí deseaba era no ver morir a Romeo, porque temía no poder superar ese trance. Y justamente ella fue la que estuvo a la cabecera de la cama en las últimas horas del fraile. Rezó con él, recogió sus últimas palabras y le cerró los ojos; lo acompañó a la tumba y lo sigue recordando como si aún viviera. Recopiló sus memorias y hasta pensó fundar un pequeño museo.

"Romeo fue en Olavarría una de las personas más importantes del siglo. Él fue mi mejor amigo, fue mi mejor papá, fue mi consejero, fue el padrino de confirmación de mi hijo ... ¡Qué gran hombre fue Romeo!", diría Noemí después de la muerte del fraile.16

De Olavarría a Moreno

A poco de comenzar 1980, la noticia de que Fray Romeo sería trasladado a Moreno conmovió a toda Olavarría. Para los franciscanos, los traslados de un convento a otro son habituales y responden a diversos motivos, y la disposición debe ser cumplida por el principio de la obediencia. 

La medida le llegó a Fray Romeo por una carta que le envió Fray Lorenzo Ballán, Superior Provincial, diciéndole que había sido trasladado del convento de Olavarría al seminario de Moreno.

La noticia, dada a conocer por Fray Romeo a todos sus colaboradores de Cáritas Monte Viggiano en una reunión, provocó un hondo pesar en ellos y mucha preocupación por el futuro de su obra.    

Para ese entonces, Fray Romeo ya era uno de los principales personajes de Olavarría. Sus colaboradores no se resignaron a aceptar la orden del traslado y, en una reunión, decidieron que debían tratar de modificar la resolución del Superior Provincial y comunicar la novedad a los medios de comunicación, a las personas, las empresas e instituciones que colaboraban con su obra.

A los pocos minutos, la noticia se esparció por toda Olavarría y produjo una reacción unánime para que fuera reconsiderada la orden del traslado. Entonces se propuso recoger firmas, enviar cartas y telegramas, y solicitar audiencias para plantearle al Superior Provincial la grave situación que se crearía con el traslado de Romeo.

Eusebio Bouciguez, muy preocupado por la situación, le envió al padre Lorenzo Ballán, Superior Provincial, el siguiente mensaje, firmado en Olavarría, 15 de febrero de 1980:

"Profundamente preocupado, al igual que toda la gente de buena voluntad de Olavarría, por la decisión de esa superioridad religiosa de trasladar a la localidad de Moreno a Fray Romeo Musaragno, me permito dirigirme a Ud., pidiendo deje sin efecto tal determinación, basado en lo siguiente:

Que Fray Romeo es valioso patrimonio olavarriense, a cuya comunidad se ha integrado con raíces tan profundas que será difícil consiga el pueblo resignarse a perderlo.

Que su traslado significaría interrumpir una obra de apoyo a los pobres, que difícilmente pueda continuar otro religioso sin pasar por un largo período de adaptación a nuestro medio y fundamentalmente a la orientación de carácter tan personal que le ha dado el Fray.

Que no quiero pecar de egoísta al no querer ceder un hombre tan valioso a otra comunidad, basándome también en que con ello se pierde de lo que pueda dar en su vida útil, por lo expuesto en el párrafo anterior, es decir, el largo tiempo de adaptación que llevará en otro medio para crear una infraestructura acorde con su forma de actuar.

Que, si me permito decir tal cosa, es porque he observado su acción desde su llegada a Olavarría, donde pude comprobar que sus primeros años no fueron buenos como los últimos y me temo que pase lo mismo en el cambio de destino, es decir, que se perderán años de eficacia al empezar de nuevo.

Que mi modesta acción en beneficio de los pobres, basado en la orientación impresa por el Hermano, se verá también afectada al deber adaptarme a la modalidad que pueda crear su reemplazo.

Que estoy presidiendo en estos momentos la Fundación de Promoción, Coordinación y Acción Social de Olavarría, la que propende al mejoramiento moral, anímico, educacional y laboral de las familias carenciadas, aprovechando la oportunidad que se presenta al prestarle apoyo material y que tratará de amoldar la obra que hace el Fray, reforzándola en lo que él, por falta de tiempo, no puede hacer, es decir, de la pobreza moral de tales familias.

Que como empresario, como presidente de la fundación benéfica arriba indicada y como cristiano, me pongo humildemente a sus órdenes para conversar, ampliando los conceptos de esta nota a efectos de que se informen a pleno de cómo lo ve este hombre del pueblo.

Que he notado el sentir de todo el pueblo que pide la continuidad de Fray Romeo en nuestro medio y pensando que ‘la voz del pueblo es la voz de Dios’, pues ya estaría todo dicho.

Pidiendo a Dios que este ruego sea escuchado por esa superioridad franciscana, aprovecho la oportunidad para saludarle con toda consideración y cariño”.17  

Finalmente, Fray Lorenzo Ballán dejó sin efecto la orden de traslado: ante un requerimiento de radio Olavarría comunicó que dejaba a Fray Romeo la libertad de elegir entre quedarse en Olavarría o ir a Moreno.

Fray Romeo, que regresaba a Olavarría desde Hinojo, escuchó por la radio el mensaje de Fray Lorenzo, y después al periodista que lo invitaba para que diera una respuesta a la alternativa que le ofrecía su Superior Provincial.

Fray Romeo llegó a la radio, donde había gente que lo estaba esperando para abrazarlo y besarlo. Consultado en ese momento apenas pudo balbucir: “Sería un traidor si me fuera a Moreno, cuando la gente hizo de todo para que yo me quedara en Olavarría”.18

 La fiesta del “loco” y del “mamao”

En 1989, Fray Romeo instituyó el 14 de octubre como el “Día del Mamado” y el 22 de noviembre como el “Día del Loco”.

Se entendía como loco a aquel que tenía un carácter histriónico o se lo consideraba raro o extravagante, aquel al que vulgarmente lo llamamos “loco lindo”.

A Romeo le gustaba divertirse, llamar la atención y responder casi siempre con una humorada. En una entrevista para el diario El Popular, Romeo decía: “Siempre ando de buen humor, con signos de locura, desde que me levanto hasta que me acuesto” Y, ante una pregunta del periodista sobre si durante la operación del aneurisma no le habrían extirpado de la cabeza los cinco minutos de locura, le respondió: “Con el bisturí me parece que me pusieron cinco minutos más de locura”.

Las fiestas comenzaron en el veredón y después se trasladaron al Parque Mitre. Había canto, actuaciones y asado gratis. “Llegamos a soltar en la calle principal del pueblo un lechón engrasado para ser atrapado por la cola por alguno de los presentes. Nos divertíamos mucho … y hasta dábamos un diploma, que acreditaba la participación del loco del año. "Me ‘ricordi de Zaffiro, Panchito H., Chiche A., Tino S., Cholo T., Lily N., Bartolito y su flauta”, nos cuenta Fray Romeo.19  

 La inundación del 80

Las nacientes del arroyo Tapalqué se originan en el paraje que rodea a la laguna La Barrancosa, quedando la zona urbana de Olavarría en la parte más baja de la cuenca. Son varios los afluentes que confluyen hacia el cauce del arroyo, configurando, a pocos kilómetros de la ciudad, la concentración del escurrimiento del agua de la cuenca superior que, en épocas de fuertes y prolongadas precipitaciones, genera una importante masa de agua que corre con rapidez y mucha fuerza.

La ciudad pasaría casi veinticinco años sin sobresaltos: solo se recuerda en ese período el acotado desborde del arroyo en 1978. La población se fue olvidando de las inundaciones y ganando en confianza. Sin embargo, la falta de obras necesarias de parte de las autoridades para prevenir la repetición de estos sucesos dejó un escenario abierto para una nueva inundación y, esta vez, de una magnitud inimaginable.  

Las fuertes precipitaciones se fueron dando en toda la cuenca durante el mes de abril, y en la mañana del domingo 27 quienes vivían en la ribera del arroyo advirtieron que la subida de las aguas era insostenible. El desborde se haría realidad en pocas horas más.

Ese día, los franciscanos de Monte Viggiano, a media cuadra del arroyo, se reunieron en el almuerzo con ciertas preocupaciones por lo que podía suceder, pero sin imaginar que el agua crecería tan rápidamente. Confiados en que no habría riesgo inminente se acostaron para tomar una breve siesta. Poco después de las 14 horas, el agua había alcanzado casi el borde de sus camas. Fray Bruno Garbo, Fray Ángel Franzoni y Fray Contardo, ante la difícil situación en que estaban, decidieron rápidamente que lo mejor era subir al campanario con las cosas que tenían más a mano y pudieran rescatar: una colchoneta para cada uno, una pequeña damajuana de vino, un mazo de cartas y algunos libros. En cambio, Fray Romeo decidió salir a la calle en busca de ayuda. Por suerte, un bote pasaba por el lugar y los ocupantes lograron subirlo, pero la correntada era tan fuerte que, al llegar a la calle Cerrito, la embarcación se dio vuelta. Un inesperado y trágico momento para Romeo, porque no sabía nadar. Como pudo, manoteando y tragando agua, logró aferrarse a las rejas superiores de un portal.

Ya a salvo de las aguas, Romeo participó activamente durante los siguientes días ayudando a los evacuados. “Si de algo estoy seguro —diría Romeo— es que San Antonio tampoco sabía nadar y se compadeció de mi situación mandándome un rescate”.20

 Candidato por el partido del Zapallo

En 1991, Romeo se encontraba en Italia visitando a su familia. Era un año de elecciones en Argentina, y en Olavarría se organizó una campaña para presentarlo como candidato a intendente por el partido del Zapallo, lista Nº 22, número que simbólicamente se identifica como “El Loco”. La idea se les ocurrió porque la finca de Hinojo había producido un zapallo gigante.

Los organizadores pusieron afiches callejeros por toda la ciudad. Por supuesto que la candidatura nunca se presentó formalmente, pero creó en la gente y en los políticos una gran expectativa.


En el Recreo San Francisco
Foto del libro de Carlos Buales 


 Una fiesta inolvidable

El primero de marzo de 1992, Romeo cumplía 70 años, y a la gente de Cáritas se le ocurrió realizar una fiesta sorpresa. Comenzaron, entonces, a solicitar aportes, y lograron organizar un encuentro para mil personas, que contó con la presencia de su hermano menor, Orfeo, y su hermano político, Walter. Fue una fiesta que conmovió a Romeo y que agradeció profundamente.

 En los medios nacionales

El 6 de agosto de 1995, la revista Viva, del diario Clarín, le dedicó una nota a Fray Romeo, titulada: “El CURA de los desocupados”. En seis páginas a todo color, recorre detalles de su vida y la obra de caridad que realizaba diariamente. El texto está firmado por Alberto González Toro, y las fotos las tomó Fernando Dvoskin.

El 17 de agosto de 1995, a las 13.00 por Canal 13, Fray Romeo se presentó con el Padre Néstor Gallego en el programa Curas del 2000. Dos ejemplos para imitar, conducido por Julián Weich. En esa ocasión, Romeo lució su típica gorrita. Al verlo así, el conductor le preguntó si lo habían retado alguna vez, y  él respondió: "Sí, me retan y yo también reto. El obispo de Azul hizo algunas observaciones a mis superiores por mi gorra. La explicación es que,  a través de la gorra, hago publicidades que me reporta plata para poder alimentar 700 familias que, de lunes a sábado, buscan su comida en Cáritas Monte Viggiano".  

Revista Viva


 Fiesta de los 75 y presentación del libro Fray Romeo ¿Santo o Loco?

El 5 de marzo de 1997, se celebró el cumpleaños 75 de Fray Romeo, con una velada en el Teatro Municipal. El programa consistía en mensajes de felicitaciones, proyección de un musical, en el que se mostraba una obra del Padre Abel Campusano, con música de Daniel Godoy y, como acto central, la presentación del libro Fray Romeo ¿Santo o Loco?, del escritor olavarriense Carlos D. Buales. El libro, como dice el autor, es una biografía novelada y fue realizado a través de sucesivas entrevistas, donde se citan datos biográficos, recuerdos, experiencias de vida y anécdotas.

Graves e interminables dolencias

En 1982, Fray Romeo fue internado en una clínica por problemas en su aparato digestivo. Lo operaron durante cuatro horas. Si bien fue todo un éxito, la recuperación resultó muy lenta por la debilidad de su organismo y una pequeña infección en el único riñón que poseía desde hacía muchos años.

A principios de agosto de 1985, Romeo fue internado en la clínica María Auxiliadora, por complicaciones en una úlcera que le produjeron una grave hemorragia interna. Después de unos días de internación, prosiguió la recuperación en el Casino de Oficiales del regimiento local.

Días antes de la navidad de 1995, Fray Romeo se hallaba trabajando en el salón de Cáritas y, mientras se agachaba para lavar una olla, sintió una puntada en la cabeza que lo hizo trastabillar, tanto que le impedía mantenerse de pie. Por suerte, un colaborador advirtió la situación y alertó rápidamente al convento. Con la llegada de la asistencia médica, Romeo fue internado en una clínica de Olavarría.

Realizados los exámenes médicos, se comprobó que se trataba de un aneurisma cerebral. Ante la gravedad de la dolencia, complicada por los problemas cardíacos que padecía Romeo, interesaron al jefe del regimiento para que consiguiera una derivación al Hospital Militar de Buenos Aires, donde finalmente fue internado.

Después de realizarle todos los estudios, los médicos decidieron colocarle un marcapasos y efectuar una nueva intervención quirúrgica. El 2 de enero de 1996, la operación duró cinco horas y media. Salió todo bien y Romeo se recuperó en la estancia del conde Guazzone.

 La última enfermedad

El 26 de mayo de 1998, Romeo partió a Italia para visitar a sus parientes. En Maerne se reencontró con familiares y amigos. El 29 de mayo viajó con su sobrino a la ciudad de Trieste, donde se encontró con su amigo, el Padre Bruno Garbo, párroco de Monte Viggiano.

De regreso a Maerne comenzó a sentir las manifestaciones de una terrible enfermedad. Se dirigió a un médico, le realizaron estudios clínicos y se le diagnóstico un tumor canceroso en la próstata con hemorragias: el pronóstico de vida no indicaba más de dos a tres meses. Al conocer el diagnóstico, Romeo le respondió: “Vivo o muerto, voy a la Argentina … Quiero ir a morir en medio de mis niños y viejos, en medio de todos los que tanto me quisieron y me aman”.21

El 28 de junio, se celebró en Maerne una misa con la participación de misioneros, familiares y amigos. Allí Romeo dio testimonio de sus vivencias. Se mostró sereno, con palabras firmes, y por momentos jocosas, como le gustaba a él matizar sus charlas. Después de la misa se realizó una comida donde asistieron más de 400 personas y Romeo recorrió las mesas de buen humor saludando a los invitados.

Antes de regresar a nuestro país, se trasladó a la vecina ciudad de Padua para visitar la basílica de San Antonio y comunicar a su Superior de Padua el delicado estado de salud. En esa ocasión besó la tumba de San Antonio, donde de rodillas había hecho su primera consagración al Señor.   

El 5 de julio de 1998 emprendió el viaje a la Argentina en compañía de Mohio Spinella, que se encontraba de paseo en Italia. Ya en Olavarría, su principal preocupación era hablar con sus colaboradores, para contarles que le quedaban pocos meses de vida y que había que pensar en Cáritas. El 20 de julio, día del amigo, visitó a unos cuantos para expresarles su reconocimiento.

El 20 de julio se internó en la clínica María Auxiliadora. Nueve días después mandó un mensaje a la población: “Deseo enviar un beso a todos los que me ayudan en esta ciudad que es mía. El Señor dispondrá qué será de mí y estoy preparado. Los amo a todos. Si está dispuesta mi partida y si ha servido lo que todos hicimos, les pido que sigan el camino.”

El 2 de agosto se realizó una extraordinaria peregrinación a la Virgen de la Loma, para rogar por Romeo. Fray Leonardo fue el encargado, desde el altar, de dirigir el ruego.

Con el correr de los días, la enfermedad de Romeo se fue agravando. Para aliviar los grandes dolores le daban fuertes calmantes y hasta, a veces, le aplicaban un parche en la espalda para que la morfina fuera absorbida por la piel.

Como dicen los testigos, algunas veces los ataques de la enfermedad lo hacían gritar: “¡Dios mío, piedad! ¡Ayúdame, Señor! ¡Virgen, salud de los enfermos, ruega por Fray Romeo! ¡Virgen de la Loma, colócame bajo tu manto! ¡Dios mío, no se haga mi voluntad sino la tuya!..”. 22  

El 19 de agosto de 1998, su secretaria Noemí llegó a las siete de la mañana. Romeo le extendió su mano y le dijo “¡reza!”. A las diez, el desenlace era inminente. Noemí e Isabel, sentadas una a cada lado de su cama le tenían la mano. A las 12.20 sus manos se aflojaron y el corazón dejó de latir. Fray Romeo había muerto.

La noticia de su deceso se espació rápidamente por toda la ciudad, provocando una enorme tristeza. En las primeras horas de la tarde se preparó la capilla ardiente en el templo de San Francisco.

Al otro día, el diario El Popular publicaba una nota de casi cuatro páginas con el título: “Murió Fray Romeo”, donde repasaba su vida y toda la obra realizada. En una parte decía:

“Fue padre e hijo de olavarrienses. Protegió y fue protegido. Además de procurar comida, ropa y remedios para los pobres, consoló y alimentó delincuentes que iban a dar sus huesos a la comisaría. No preguntaba si eran culpables o inocentes. Conmovió corazones pétreos y siempre consiguió, de una u otra forma, ayuda para su obra.”

El 21 de agosto, el mismo medio publicaba el artículo “Llora la ciudad”:

“Olavarrienses de todas las condiciones sociales, del microcentro y de los barrios, llegan al templo San Francisco de Asís, para testimoniar su amor para el buen franciscano que ya no estará entre nosotros, para dedicarle una oración, para tocar o besar el plástico transparente que lo cubre.”

El 22 de agosto, con el título “Emocionante despedida”, este diario narraba:

“Inocultable fue el dolor por no tener más a Fray Romeo como un personaje central de Olavarría; sin embargo, la despedida que le brindó el pueblo, representado en todas las capas sociales, fue emocionante, pero sin tristezas. Al estilo que proponen los franciscanos ante el episodio de la muerte, interpretada como un paso a la vida eterna, se dijo adiós al buen Romeo con oraciones, canciones, aplausos y vítores.

 Su última morada

Terminada la obra del templete de la Virgen de la Loma, pronto se comenzó a pensar en la construcción de una capilla para completar el ambiente religioso del lugar. La idea se originó en un viaje de Romeo y Noemí al Recreo San Francisco. Era febrero, el mes en que los girasoles despliegan el color de su corola. Al ver un hermoso campo florecido, Noemí inició este dialogo:

—Cuando muera, me vas a enterrar entre girasoles.

—¡Qué lindo! Te voy a hacer una tumba ambulante, porque el girasol se siembra un año en este cuadro y el año que viene en otro.

—Mirá, Romeo. Vos me enterrás entre girasoles y, si vos morís antes que yo, te entierro en la Loma.

—¡No! Ahí no se puede porque no hay capilla.

—¡Bueno, Romeo! A partir de mañana, empezamos a hacer la capilla.

—¡No, no! La gente se muere de hambre. Primero hay que darle de comer.

—Romeo, el que te da para ladrillos no te da para fideos.

En los días posteriores, Noemí siguió insistiendo para que Romeo hablara sobre el tema con Eusebio Bouciguez y por su intermedio lograra involucrar a sus hijos en el proyecto.

Delia Bouciguez y Eduardo Alberto Bouciguez, comprendiendo la importancia de la capilla como complemento del templete, hicieron los estudios y comenzaron la construcción.

Terminado el techo, Romeo, muy emocionado, le dijo: “Noemí, toma un abrigo y vamos a la Loma”. Una vez en el lugar se interiorizaron con el encargado de la obra sobre los detalles de la construcción y todo lo demás que todavía faltaba. Al final, Romeo se quedó un momento pensativo y le dijo a Noemí con el apodo de costumbre: “Patrona, me puedo morir, porque la capilla ya tiene techo”.23  

Después del funeral, el cuerpo de Fray Romeo fue depositado en la bóveda de la familia Bouciguez. Pero todos sabían que se trataba de una morada transitoria: el deseo de sus amigos y colaboradores era que su cuerpo fuera llevado junto al templete de la Virgen de la Loma, aunque para eso había que solicitar permiso a las autoridades civiles y eclesiásticas.

Después de haber logrado los permisos, se fijó la fecha del primer aniversario de su muerte para el traslado de los restos a la Loma. Preavisados sus familiares y amigos de su pueblo natal, estos manifestaron sus deseos de asistir al traslado.

El 18 de agosto de 1999, un contingente de 18 personas, compuesto por familiares, sacerdotes y amigos de Fray Romeo, llegó desde Italia para acompañar el traslado hacia su última morada. Se constituyó una comisión de recepción y se organizó un programa de actos, que consistió en una misa; visitas a autoridades civiles, militares y eclesiásticas con intercambio de obsequios; paseo al Recreo San Francisco; asado en la estancia El Mirador; y cenas de confraternidad.

El 21 de agosto de 1999, en un día muy  poco propicio, de viento intenso y mucho frío, cientos de personas se congregaron para acompañar el traslado de los restos de Fray Romeo al santuario de la Virgen de la Loma. Allí se vivieron momentos muy emotivos: los asistentes renovaron los sentimientos de cariño y gratitud hacia Fray Romeo. Los visitantes quedaron gratamente impresionados y conmovidos por el cariño de la gente.

Paolo Gatto, intendente de Maerne, que había llegado con el contingente de italianos, recordaba así a Romeo: “fue el primer misionero que conocí. Cuando era chico y venía a mi casa o iba a la escuela, nos contaba cosas de Olavarría y de la Argentina; lo hacía y decía. Y nosotros permanecíamos allí con la boca y los ojos abiertos escuchándolo...”. 24

Al despedirse de Olavarría, los visitantes remitieron una nota al diario El Popular:

“No imaginábamos todo el cariño que Olavarría tiene por el querido Romeo. Viajamos desde Maerne, en el norte de Italia, para estar en el primer aniversario de su muerte y nos sorprendió el calor del pueblo de Olavarría, tan identificado con la obra del Fray.

Recorrimos y conocimos todos los lugares donde él trabajó. Conocimos a muchas personas que lo quisieron y apoyaron; y vivimos con alegría y emoción los días de nuestra estadía en Olavarría…

Llevamos en nuestros corazones todo el cariño de ustedes. ¡Gracias, Olavarría! Y, recordando a Romeo: ¡PAZ Y BIEN!. 25

 

Capilla de la Virgen de La Loma y tumba de Fray Romeo

Monumento a  Fray Romeo

El monumento a Fray Romeo es una iniciativa del Centro de Día Rinconcito de Romeo. El 23 de octubre de 1998, el Honorable Concejo Deliberante aprobó la ordenanza Nº 2307/98, en cuyo Artículo 2º designa como Paseo Fray Romeo al sector del Parque Mitre, comprendido entre las calles Belgrano y Necochea sobre la ribera izquierda del arroyo.26

En la escultura, obra de la artista Esther Rodríguez, está representada la figura de Fray Romeo  sobre un pedestal de piedra —vestido con el típico atuendo de los franciscanos y  gorrita con hélice sobre su cabeza—,  llevando en cada mano una bolsa con alimentos. El monumento se encuentra ubicado a  media cuadra de la iglesia Monte Viggiano, a la vera del arroyo Tapalqué. 

Al cumplirse el octavo  aniversario de  su fallecimiento, el sábado 19 de agosto de 2006 se inauguraba y bendecía este monumento. El evento contó con la presencia de autoridades municipales, fuerzas de seguridad, de policía, bomberos y regimiento local, además de boy scouts, colectividades y otras instituciones. Participó también la Banda Municipal Olavarría bajo la dirección del maestro Pedro Lurbe.

Hubo una suelta de palomas y se entonó el himno compuesto en honor a Fray Romeo, cuya letra y música pertenece a los integrantes del Rinconcito.

En el acto se exhibió la camioneta que el fraile usaba para cumplir con la obra asistencial, y el público donó alimentos que fueron colocando en la caja del vehículo.

Monumento a Fray Romeo
Gentileza Claudio Filardo


Un personaje único e inolvidable

Fray Romeo Musaragno, que durante toda su vida ayudó a aliviar el sufrimiento de tantos hogares, ante la pregunta de cuál había sido el miedo que tuvo en su vida, respondió humildemente:

“El único miedo que tuve en mi vida fue qué le iba a contestar a Dios, cuando me preguntara qué hice de mi existencia”.27

 

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

Carlos D. Buales, Fray Romeo ¿Santo o Loco?, 1997.

Diario El Popular de Olavarría.

Claudio Filardo, Monumentos de Olavarría.

Fray Contardo Miglioranza, Fray Romeo Musaragno-El Hermano de los pobres. 2001.

Revista Viva, del diario Clarín, 1995.

 NOTAS


1 Fray Contardo Miglioranza, Fray Romeo Musaragno-El Hermano de los pobres. Página 16.
2 Carlos D. Buales, Fray Romeo ¿Santo o Loco? Página 20
3 Fray Contardo Miglioranza, Fray Romeo Musaragno-El Hermano de los pobres. Página 20.
4 Revista Viva, Diario Clarín. Página 42.
5 Fray Contardo Miglioranza, Fray Romeo Musaragno-El Hermano de los pobres. Página 59.
6 Fray Contardo Miglioranza, Fray Romeo Musaragno-El Hermano de los pobres. Página 62.
7 Fray Contardo Miglioranza, Fray Romeo Musaragno-El Hermano de los pobres. Página 63.
8 Carlos D. Buales, Fray Romeo ¿Santo o Loco? Página 60.
9 Carlos D. Buales, Fray Romeo ¿Santo o Loco? Página 60.
10 Fray Contardo Miglioranza, Fray Romeo Musaragno-El Hermano de los pobres. Página 206
11 Fray Contardo Miglioranza, Fray Romeo Musaragno-El Hermano de los pobres. Página 189.
12 Fray Contardo Miglioranza, Fray Romeo Musaragno-El Hermano de los pobres. Página 210.
13 Fray Contardo Miglioranza, Fray Romeo Musaragno-El Hermano de los pobres. Página 242.
14 Carlos D. Buales, Fray Romeo ¿Santo o Loco? Página 88.
15 Fray Contardo Miglioranza, Fray Romeo Musaragno-El Hermano de los pobres. Página 122
16 Fray Contardo Miglioranza, Fray Romeo Musaragno-El Hermano de los pobres. Página 122.
17 Fray Contardo Miglioranza, Fray Romeo Musaragno-El Hermano de los pobres. Páginas 145 y 146.
18 Fray Contardo Miglioranza, Fray Romeo Musaragno-El Hermano de los pobres Página 147.
19 Carlos D. Buales, Fray Romeo ¿Santo o Loco? Página 56.
20 Carlos D. Buales, Fray Romeo ¿Santo o Loco? Página 87.
21 Fray Contardo Miglioranza, Fray Romeo Musaragno-El Hermano de los pobres. Página 214.
22 Fray Contardo Miglioranza, Fray Romeo Musaragno-El Hermano de los pobres. Página 221.
23 Fray Contardo Miglioranza, Fray Romeo Musaragno-El Hermano de los pobres. Páginas 131 y 132.
24 Fray Contardo Miglioranza, Fray Romeo Musaragno-El Hermano de los pobres. Página 234.
25 Fray Contardo Miglioranza, Fray Romeo Musaragno-El Hermano de los pobres. Página 234.
26 Claudio Filardo, Monumentos de Olavarría. Página 25.
27 Carlos D. Buales, Fray Romeo ¿Santo o Loco? Página 24.